El mal uso de la bicicleta se ha convertido en un riesgo, muchas son las ocasiones en las que milagrosamente conductores y peatones nos vemos afectados por la peligrosa arremetida de algunos ciclistas (que ya son bastantes) que sin ningún criterio hacen uso de calles y veredas para transitar imprudentemente, ya contra el transito, ya sin luces durante la noche, por la derecha o por la izquierda, no respetando las señales del semáforo, dejándose caer de la vereda a la calzada entre vehículos estacionados en actos de preocupante irresponsabilidad. Cuántos han sido los que al salir del hogar han tenido la sorpresa de enfrentarse a un veloz ciclista corriendo a ras de muro, y que sin conciencia de su mal acto, el ciclista mal educado además ha atacado groseramente al afectado.
En el caso de niños pequeños se podría alegar alguna justificación: no han sido educados debidamente por sus padres, ni instruidos por el sistema en lo que respecta al libre uso de las vías; pero en adultos, esta mala práctica no tiene justificación. Nadie puede negar que la bicicleta es un buen ejercicio y un cómodo sistema de movilización. Pero, en estricta verdad el mal ejemplo lo estamos dando los conductores de vehículos motorizados, ya que también en peligrosa mayoría cometemos actos reñidos no sólo con las buenas costumbres sino que demostramos una grave ignorancia y / o desprecio de las disposiciones legales que no son más que normas que protegen la vida y aseguran la buena convivencia ciudadana.
No es la línea de este medio hacer críticas conductuales, (estamos concientes que la especie humana padecemos de graves soberbias originadas por fallas de autoconstrucción), creemos en el libre albedrío. Pero, entiéndase éstas líneas como una respetuosa alerta, para no tener que lamentar un doloroso accidente. Una alerta para cuando la práctica libertina de la bicicleta se aplique en la comisión de delitos callejeros aprovechando el desorden. Como prevención educativa para cuando la ciudad aumente su población.
Tantas son las campañas que se efectúan y aún no ha habido una autoridad que se percate de este problema ciudadano. Si bien es verdad que transitar libremente y sin barreras es un derecho, también es cierto que este derecho está regido por normas a respetar contempladas en la ley del tránsito.
Muchas veces la preocupación de la autoridad se centra en detalles casi insignificantes y aplica ciegamente la ley (que también está hecha para ser interpretada con criterio) y multa afectando económicamente a modestos trabajadores que se ganan la vida frente al volante. Bueno sería comenzar una campaña de educación de ciclistas que en no poco tiempo serán peligrosos conductores motorizados.

TODO POR LA AUTONOMÍA POLÍTICA Y ECONÓMICA DE MAGALLANES

Antonio S. Deza González, Director

El Fortín del Estrecho