La mentira es un discurso contrario a la verdad con el real ánimo de engañar, ya por vanidad, intereses políticos u otras causas.
La cuestión es que el mundo está sobrecargado de mentiras, y al decir el mundo, se debe entender: el alma humana está enchapada en el placer de la mentira. Es mentira decir que alguien jamás mintió. Es verdad que mentir es un buen negocio, mientras no le sorprendan.
En política, regla elemental es usar la mentira como verdad. O no es acaso un discurso repleto de promesas imposibles, un rosario de mentiras. Quienes más condenan la mentira son los que más mienten (mentimos.) Todo parte con la mentira del Viejito Pascuero que es la primera gran desilusión de nuestra vida, para qué hablar del champú para la caspa, entre todo el bombardeo de mentiras, éste, resulta inocente.
Lo grave de este defecto (solamente humano), es hacer uso de la buena fe para cimentar la mentira y, lo horrorosamente grave es poner a Dios como testigo, para que avale nuestras bajezas cobardías y crueldades, hay que recordar cuando un gobernante chileno dijo que el poder se lo había dado el Creador…
En Semana Santa cuando de una forma u otra la mayoría de los cristianos (y los no cristianos) nos desconcertamos con el silencio hasta extraviarnos por esos senderos ocultos de la conciencia; así sea por un instante, cualquiera que sea la conclusión que brote del análisis de ese hecho criminal ocurrido hace veintiún siglos, no podemos dejar de reconocer que el Nazareno fue víctima de una cobarde mentira orquestada. Y que los dolorosos hechos ocurridos en nuestro país se forjaron en el mismo crisol, y que la invasión de Irak no fue el producto del interés por el petróleo, fueron las armas de destrucción masiva. (¿Mañana estaremos nosotros en el itinerario de esa macabra caravana?) Quién podría dudar que la mentira es sin duda uno de los escollos más grandes en el desarrollo del espíritu humano. De ahí que cuando tenemos que enfrentar el estallido de una verdad simplemente nos refugiamos en una mentira oficial o en el farsante y liviano comentario del café.
Las más simples y las más grandes verdades oficiales generalmente están abonadas en surcos falsos, para amortiguar la verdad. Y cuando resulta que la verdad es real, nos cuesta dar fe a la verdad.
Primero que todo para encontrar la verdadera ruta que nos muestre un real horizonte regional que nos permita trazar un futuro verdadero, primero, todos tenemos que desmalezar la huella de la mentira y eliminar aquellos talofitas que impiden la polinización.
Magallanes, tiene que aprender en su espíritu, a dejar se ser una región fiscal, para que tenga una real posibilidad de ser, para crear y crecer.
TODO POR LA AUTOMONÍA POLÍTICA Y ECONÓMICA DE MAGALLANES.
Antonio S. Deza González, Director