El rodaje del diario acontecer va dejando en el paladar social un inevitable sabor amargo. En las altas esferas de gobierno se derrocha dulce optimismo, en los círculos empresariales se esgrime todo tipo de argumentos para hacerle frente a los impuestos; en educación las autoridades dicen y dan cifras que tienden a acreditar que todo está mejorando; los oponentes esgrimen cifras alarmantes; en salud ocurre otro tanto; en el tema de la delincuencia las estadísticas son preocupantes en todos los círculos. Esta mezcla, deja en el alma al final de cada día el sabor a esperanza agridulce.
La delincuencia, el tráfico de drogas, la corrupción, la cesantía, la salud, la educación, son temas recurrentes. En estos asuntos, todos los opinólogos son expertos, mientras unos aplauden los avances, otros critican, pero todos sacan cuentas electorales apuntando a la colina del poder. Y el tema sigue. Cuando llueve en Santiago, tenga presente magallánico, es Chile el que se inunda.
Cuando los empresarios hablan de pobreza, el gobierno habla de crecimiento. Cuando los empresarios hablan de que el aumento de impuestos no ayuda a combatir la pobreza; (¿quién podría creer que a los grandes empresarios los motiva la pobreza?). El gobierno les enrostra las subvenciones a la mano de obra y los otros beneficios legales para disminuir la cesantía, con los que pueden ahorrar hasta el 40% en salarios, además, expone todos los avances en obras públicas que han significado inversión en mano de obra. Cuando se habla de delincuencia, la oposición exige mano dura (ojalá con el guantelete gris); el Gobierno saca de la baraja la construcción de modernas cárceles, la reforma procesal penal, y el aumento de la planta policial. (¿Por qué no restar plazas a contrata a las otras fuerzas para reforzar la policía?, el gasto sería el mismo y se solucionaría el gran problema con importante ahorro de dinero, total pertenecen al mismo ministerio, así, la correa saldría del mismo cuero). Cuando el tema es la Salud el Gobierno enristra lanzas para defender el Plan Auge, y las Isapres le atacan con dientes y muelas al sentir peligrar sus cuantiosos ingresos; (y el hombre del maletín, vuelve a hacer muy bien su trabajo). Al ver en televisión un enfermo ternimal pidiendo ayuda o familiares de ellos haciendo candolas, completadas, rifas y quién sabe que otro sacrificio, se desnudan nuestras deficiencias como sociedad. Pero, para los empresarios de la Salud, ésta debe privatizarse para que sea “eficiente”. En Educación, es la misma cuestión, las instituciones privadas ven este asunto como un simple mercado; en el tema, los abusos son innumerables; los profesores, tienen otro discurso, en una triste gran mayoría son simplemente trabajadores sin derechos ni beneficios sociales, “boletean para vivir”. Lo que llama la atención es que en aquellos problemas en los que participan manos negras, siempre hay suficiente tierra y palas doradas, para cubrir el basural.
Es muy especial lo que ocurre con el trafico de drogas, el Gobierno y las policías intentan con todo lo que tienen a mano combatir esta lacra aunque muchas veces pareciera que lo hacen con debilidad, mientras la oposición critica, pero ésta, tiene muy pocos exponentes en las filas de ataque y quienes lo hacen se ven algo así, como parando el dedo. Lo curioso es que en este tema las Leyes no están adaptadas para proteger a la sociedad. Mientras los inversionistas del tráfico se escudan en el anonimato, nadie los toca, traficantes y delincuentes tienen el derecho a cubrirse el rostro para no ser reconocidos en la puerta giratoria, las víctimas quedan a descubierto (léase desamparo) ¿Cuánto cuesta redactar un artículo más en la Ley de Seguridad Interior del Estado para ser aplicado a los traficantes? ¿O no es este un ataque a la seguridad Nacional? Muchas veces por lanzar una piedra esa Ley de Seguridad del Estado ha caído con todo su peso en contra de un desesperado cesante. Quien recuerda las palabras del policía señor Vallejos: “Estos y esos, van a Colombianizar Chile”; por supuesto, fue llamado a retiro, y Chile camina lamentablemente a paso firme hacia esas oscuras veredas.
Entre violaciones, pederastas, proxenetas profesionales, (degenerados de todos los estratos sociales, han hecho, hacen y por lo que se ve y se siente, seguirán haciendo su agosto gracias a Leyes poco claras y acomodaticias; ¿Desde qué y hasta qué edad se puede violar a un menor sin que constituya delito? Y hasta ganan espacios comunicacionales que los hacen quedar ante la opinión pública como víctimas, pobres corderos de chantajes políticos).
Y así, entre corrupciones, coimas, desafueros, investigaciones paralelas, inundaciones y media aguas, (inspectores municipales escondidos detrás de los postes, esperan a los incautos conductores, total hay que generar recursos), huelgas de hambre de presos políticos y de trabajadores abusados en sus derechos; además, para colmo, hoy disponemos de soluciones mágicas con todo tipo de sahumerios y pócimas importadas; el país ha sido invadido por una legión de magos santeros, brujos blancos, negros, satánicos, todos con permisos de residencia para ejercer la “profesión” de engañar a vista y paciencia de las libertades que otorgan la ignorancia y las indiferencias. Muchos dicen: “son las reglas del juego” “el libre mercado” (a estos delincuentes no les cuesta mucho obtener su patente). Del royalty a la minería, para qué hablar, se siente la vergüenza: el hombre del maletín ya dijo la última palabra. Cuando una periodista hace su trabajo, simple: se le somete a proceso. Como siempre: con dinero se compran huevos.
Doña Democracia es de todos. Y cuantas vidas costó. Prostituirla es un derecho y pareciera a veces, que a ella, le gusta la cuestión.
Tarea fundamental de los habitantes magallánicos debiera ser, protegernos de las invasiones de la inconciencia. Eso se logra con sinceros gestos de fe y de solidaridad que son las piedras angulares de la unidad.
Con la misma fuerza de un carnaval, si todos saliésemos a la calle en busca de esa unidad, otro gallo cantaría en esta tierra.

TODO POR LA AUTONOMÍA POLÍTICA Y ECONÓMICA DE MAGALLANES.

Antonio S. Deza González, Director

El Fortín del Estrecho