En el mismo sentido Valdivia se dirige al emperador Carlos V:
Textual: “Así que, invictícimo César, le escribe, el peso de esta tierra i su sustentación i perpetuidad i descubrimiento i lo mismo de la de adelante, está en que en estos cinco o seis años, no venga a ella de España por el Estrecho de Magallanes capitán proveído por V. M. ni de las provincias del Perú, así le escribo al Gobernador Vaca de Castro, que si hace en todo lo que al servicio de V. M. conviene, a V. M. aquí se lo advierto i suplico porque, caso que viniese gente por el Estrecho, no pueden traer caballos que son de menester, que es la tierra llana como la palma, pues gente no acostumbrada a los mantenimientos de acá, primero que hagan los estómagos basquinos ácidos para aprovecharse de ellos, se mueren la mitad i los indios dan presto con los demás al traste, i si nos viesen litigar sobre tierra, está tan vidriosa, que se quebraría i el juego no podría tornar a entablar en la vida. La verdad yo la digo a V. M. al pié de la letra i si así élla i su cesárea voluntad halle yo siempre en mi favor que por lo que deseo no venga persona que me desvíe del servicio de V. M. ni me perturbe en esta coyuntura, es por emplear la vida i hacienda que tengo i hubiere, en descubrir, poblar, conquistar i pacificar toda esta tierra hasta el estrecho de Magallanes i Mar del Norte i buscarlo tan que el ella pueda a los vasallos de S. M. que conmigo tengo, pagarles lo mucho que han trabajado i descargar en ellos su real conciencia i la mía.”
En otro de los párrafos de esa misma carta, Valdivia es más explícito para pedir que su gobernación llegue hasta el estrecho de Magallanes.
Textual: “Así que V. M. sepa, dice al Emperador, que esta ciudad de Santiago del Nuevo Extremo es el primer escalón para armar sobre él los demás e ir poblando por ellos toda esta tierra a V. M. hasta el Estrecho de Magallanes i Mar del Norte (Atlántico) i de aquí ha de comenzar la merced V. M. será servido de hacerme porque la perpetuidad de esta tierra i los trabajos que por sustentarla he pasado, no sin para más de poder emprender lo de adelante”.
Como transcurrieron los meses sin tener noticias de la misión que sus representantes habían llevado al Perú y ante el Emperador, anheloso Valdivia por realizar sus conquistas más allá de los límites de su gobernación, resolvió él mismo trasladarse al Perú y para proporcionarse el oro que le abriera las puertas en las alturas, valiéndose de engaños y artimañas, se lo incautó de sus mismos atribulados súbditos. Este despojo le valió a su autor uno de los principales capítulos de las múltiples acusaciones por sus actos administrativos en un célebre proceso de que apenas escapó con honra de ser acusado.
Llegaba Valdivia al Perú en los momentos más álgidos de la guerra civil. Los rebeldes estaban a punto de declararse independientes de la monarquía española y de constituir otra en el Perú. El conquistador abandonando el partido de su amigo Gonzalo Pizarro, no titubeó en ofrecer su espada y sus servicios al Licenciado don Pedro La Gasca que llegaba de España con omnímodos poderes del Rey para restablecer el orden en la colonia sublevada. Valdivia tomó un papel preponderante en el éxito de la batalla de Jaquijaguana el 8 de Abril de 1548, en que fueron derrotados los revolucionarios y que puso término a las guerras intestinas que tanta sangre y tanta ruina habían causado.
La Gasca, Presidente Pacificador del Perú, estaba provisto de facultad para llenar gobernaciones, corregimientos, alguacilazgos, escribanías, etc., y en premio de los servicios de Valdivia a la causa del Rey, a raíz de Jaquijaguana, lo confirmó en el cargo de Gobernador de Chile, ya que los títulos anteriores de Valdivia eran tan precarios. La Gasca en la provisión del nombramiento decía, textual: “Os doy i asigno por gobernación i conquista, desde Copiapó que está en 27 grados de altura de la línea equinoccial a la parte sur hasta 41 de la dicha de la dicha parte, procediendo norte-sur derecho por el meridiano, i de ancho entrando la mar (Pacífico) a la tierra oeste- este cien leguas, i os crío i constituyo en la dicha gobernación i espacio tierra por dicho gobernador i capitán general de S. M. para que pongáis debajo de la obediencia i sujeción de S. M. la dicha tierra i la pobléis i procuréis de plantar en ella nuestra santa fe católica”. Esta confirmación del Presidente La Gasca fue explícitamente aprobada por la corte.
La gobernación de Valdivia se extendía ahora, desde el desierto o despoblado de Atacama, límite sur de la gobernación dada antes a don Diego de Almagro que quedara vacante y fuera objeto de otras concesiones, hasta el paralelo 41que pasa por el lago Llanquihue. Por consiguiente, la gobernación de Nueva Extremadura abarcaba las 200 leguas concedidas a don Pedro de Mendoza en la parte de caía al Pacífico con 100 leguas de ancho e incluía también una parte de la gobernación dada últimamente a Frey* don Francisco de Rivera. Comprendió por el lado oriente de la cordillera las provincias que los conquistadores llamaron Tucumán, Juries o Diaguitas y más al sur: Cuyo, Trapananda o Linlin y Jornada de la Sal.
A principios de 1550, Valdivia abandona Santiago y se dirige al sur en donde tienen reñidos combates con los araucanos a orillas del río Bio-Bio. Funda ahí algunos fuertes y las ciudades de Concepción (actual Penco), Imperial, Valdivia y Villarrica, alcanzando hasta el paralelo 42, más allá de los límites asignados a su gobernación.
No cejando en la ambición de hacer llegar su territorio hasta el Estrecho de Magallanes, envío como emisario ante la Corte a su pariente y amigo Alonso de Aguilera en solicitud de aquella ampliación y otras mercedes, llevando un buen acopio de oro.
Alfonso Aguirre Humeres