Este es un interesante recorrido desde los orígenes de los mapas que fueron detallando gráficamente las formas de este mundo nuestro.
En los comienzos el saber dónde estaba el agua, los frutos, los refugios, esas yerbas medicinales, el mejor coto de caza, era con seguridad la diferencia entre la vida y la muerte. Para todo grupo humano fue fundamental desarrollar mapas de ubicación, primero mentalmente; las aves, son un ejemplo, junto con las otras especies tienen desarrollada la facultad de su ubicación en el entorno.
Así nació la cartografía mental y la grabada en arcilla y piedra, hasta que el griego Eratóstenes, hace 2000 años estableció la circunferencia de la Tierra.
En esta obra Eduard Dalmau, nos hace viajar a los tiempos de Eratóstenes un par de siglos antes de Cristo… él ya había medido el diámetro de la tierra con casi cero error. De ahí, estas páginas nos trasladan al 900, calendario musulmán, época del Imperio Otomano; 1500 después de Cristo para nosotros y nos muestra el mapa desarrollado por el cartógrafo Ahmed Muhiddin Piri (Piri Reis) almirante, marino cartógrafo.
Cuando nos enfrentamos a nuestra época mezquina, sobrecargada de todo, que tantas veces lleva a nada, con todas sus vicisitudes muchas sin real importancia, otras, tan graves como las indiferencias a la verdadera razón de la vida que dejamos de lado por cosas, actos sin valor, que dejamos de lado priorizando egoísmos y soberbias y nos encontramos con un trabajo como el que se presenta en esta ocasión, nos permite aterrizar en nuestra insignificancia y contemplar ese horizonte que nos han dejado esos estudiosos pensadores, que trazaron la senda de nuestra evolución humana, la que desperdiciamos irresponsablemente “desculturizándonos”, desechando las raíces del espíritu.
EL POR QUÉ DE LOS MAPAS
