Oriundo de Lota, hijo de don José Nazario Lillo y de doña Carmen Figueroa. Don Samuel, al igual que su hermano Baldomero, desde muy joven mostró su atracción por las letras, sus primeros años de estudios los curso en Lota y luego en el liceo de Concepción, para terminar en la U. de Chile donde recibió el título de abogado en el año 1896. Sin embargo no se sintió atraído por el ejercicio de la profesión. Siguiendo los llamados del espíritu ingresó a estudiar castellano en el Instituto Pedagógico, donde recibió el título de profesor de Estado en Castellano en el año 1904.
Unos años antes, en 1899, en compañía de varios amigos amantes de la literatura habían formado “El Ateneo” de Santiago, grupo de sólidas raíces en el intenso cultivo de las letras. En realidad su corazón le guiaba hacia la docencia inclinación que le llevó hasta lograr ser maestro en el Instituto Nacional y en la Escuela Militar. En la Escuela de Derecho de la U. de Chile sirvió en la Cátedra de Código de Minas. En esa Universidad ocupó además el cargo de secretario y luego el de Vicerrector. (No olvidemos que en esos años la U. de Chile era uno de los centros de estudios más prestigiosos de Latinoamérica). Como así mismo dictó clases en el Instituto Pedagógico.
En el 1900 vieron la luz sus primeras obras “Poesías” “Antes y Hoy” en 1911 Chile Heroico; en 1918 compuso y editó “Literatura Chilena” trabajo destinado a la enseñanza secundaria. En esa obra se expresó críticamente acerca de algunos literatos de su época, lo que causó picazones, hinchazones y acaloramientos en los círculos de las vacas sagradas de la época, causándole malquerencia por decir la verdad.
Con sus Cantos Filiales obtuvo el primer premio de poesía hispanoamericana otorgado por la Real Academia Española de la Lengua, situación que lo proyecto a niveles continentales.
En 1930 fundó la Revista Ateneo, que fue una ventana al mundo para numerosos poetas y escritores chilenos. Por esos día integró también el Consejo de Inspección de bellas Artes y fue designado miembro académico de la Facultad de Derecho de la U. de Chile; y también académico de número a la Academia de la Lengua de Chile.
En 1928, jubilado de la U. de Chile se retiró al cuartel de invierno en compañía de su esposa doña Amartina Quezada Acharán, él nunca dejó de participar en la vida literaria de Chile, tanto con su amigos en el café como en las tertulias en la editorial Nacimiento que fuera cuna de muchos amates de las letras…por eso hoy aún se escucha el eco:
“Estamos en espera que quiten el impuesto IVA a los libros, si no hay lectura difícilmente podremos hablar de cultura”, por más discursos que se digan y por más promesas que se hagan…: LA CULTURA EMPIEZA POR LA LECTURA”.
Don Samuel Lillo Figueroa, respetado y apreciado por todos y reconocido hasta hoy, falleció el 19 de octubre de 1958.