Catorce niños de ambos sexos, componen la familia que de lunes a viernes reside en el establecimiento. Esta semana inician sus vacaciones de invierno.

André Jouffe, Periodísta

Esta fue la última semana de clases, previa a las vacaciones de invierno, para los internos de la Escuela Argentina.
“Somos los únicos en la ciudad después del cierre del internado del Juan Pablo Lemaitre, en El Ovejero”, señala el director del establecimiento Carlos Almonacid.
Son doce alumnos de básica, aun cuando la capacidad del lugar es para 48 internos”

Antiguamente era común enviar a los niños a los diferentes internados de la ciudad, algunas familias por residir en lugares muy apartados de la región, o desde Natales o Porvenir y por considerarlo mejor, internarlos en escuelas o colegios de Punta Arenas.
Juan Alvarado, inspector general, nos encamina hacia el sector destinado a los huéspedes que permanecen de lunes a viernes en las modernas y cómodas instalaciones del lugar.
“Realizan las mismas actividades escolares que el resto de la escuela, pero a las tres y media su jornada cambia radicalmente-enfatiza Alvarado. Su hermano menor, Luis, ex superintendente de educación “se llevó el Contardi a Valdivia”, asegura don Juan. Tuvo la oportunidad de irse a Talca pero ganó el concurso en Valdivia donde asumió como director de la Escuela Italia. Antes, exigió a cinco profesores jóvenes de calidad reconocida, para recuperar alumnado que perdió esta escuela. Así, de 160 alumnos que acogió al llegar, ha subido a más de cuatrocientos”.
En lo personal Juan Alvarado jubila a fines del presente año. “Pero disfruto cada momento con los niños, me gusta compartir con ellos, y enseñarles en forma entretenida”
Uno de los encargados de los jóvenes, nos señala: “La hora de levantada son las seis de la mañana, se duchan y toman desayuno. Luego de hacer sus camas y ordenar su ropa, tipo diez para las ocho abandonan el internado y se reúnen con sus compañeros en sus respetivos cursos. Almuerzan aquí, pero la misma comida del resto de los medio pupilos; la once y la cena son diferentes, la cocinera les prepara platos mas caseros.
Hacen sus tareas por la tarde, ven algo de televisión, pero no mucha, tienen un acceso de tiempo limitado a la computación, pueden ir al gimnasio o a clases extraprogramáticas de diferente tipo como el taishi.
Juan es alto y delgado, lleva varios años en el internado: “No nos aburrimos, terminamos tan cansados que a las nueve cuando apagan la luz, ya nos estamos quedando dormidos.
Lo cierto es que antes de acostarse, se duchan por segunda vez en el día.
Una colombiana muy espigada y menuda, nos dice que levanta pesas. Y lo curioso es que no luce para nada musculosa, pero muy alta para sus trece años.´
Ya oscurece al abandonar el recinto, los niños partirán a sus hogares el viernes. Algunos viven con sus padres, otros con parientes, hay extranjeros, pero su casa casi todo el año esta en la esquina de Frei con..
Al despedirnos, cinco internos corren hacia un joven maestro de taichi. Al poco rato están realizando los lentos movimientos al compás de música oriental, ideal para relajarse en la hora del ocaso.

Patricia Nahuel y Sergio Quintana, encargados de los niños describen: “A las seis se levantan, se duchan, hacen sus camas, arreglan sus cosas, pero el aseo lo realiza otra persona. A las siete y media desayunan, la manipuladora se los prepara y solo para la parte del hogar. Un cuarto para las ocho se lavan los dientes, parten al sector escuela para volver a la una. Almuerzan, juegan y cinco para las dos retornan al colegio hasta las tres y media. El viernes a la una de la tarde los vienen a buscar sus apoderados, porque el personal de aquí trabaja hasta el viernes nomás. Después de once-leche con sabor y cereales-, hacen tareas, mientras llegan otros a las seis y media. Los que no tienen trabajos, juegan luego cenan a las seis y media y pueden seguir con, fútbol, danza, taishi, o gimnasia. A las siete y media se duchan, nuevamente y luego hasta un cuarto por las nueve existe un espacio recreativo o pueden hacer más tareas y revisan los materiales necesarios para el próximo día. A las nueve están acostados.
La verdad, es que no les llama mucho la atención la televisión, prefieren escuchar música y acceden a computadores a partir de séptimo básico. Si se enferman llamamos a los apoderados porque la escuela no tiene poder para internarlos, salvo urgencias, y si tienen los médicos les dan licencia, deben que ir a sus casas por dos motivos: que evitar contagios y no tenemos personal que cuide al enfermo durante el día.
En vacaciones no queda nadie aquí hasta a comienzos de agosto
¿Cuáles son los motivos principales por qué los niños estén aquí?
-Más por distancia, es por problemas familiares, otros son extranjeros, provienen de Colombia. Para las visitas, son los miércoles hasta las ocho de la noche y es cuando pueden compartir con los niños.

DIALOGUITOS:
Juan, delgado y alto, comparte con los hermanos Dusan y Joel. Señala que “Mi compañero Samuel, es bueno para los combos, y tuvieron que cambiarlo de pieza por peleador”.
Juan no lo hace mal, pues se ha escapado varias veces,”pero cerquita nomás”, acota.
Leonardo, es uno de los más callados pero le gusta el Tai-Chi y la computación.
En otro grupo encontramos a Montse, Ignacia, Missi, Nila y Pedro. Se suma Alejandra que es buena para las bromas. Llega diciendo “. Somos trece, hasta hace poco, éramos 14 pero una se fue.
Montse llegó de un jardín desde kinder en internado, reside en la población Nelda Panicucci, Ignacia llegó este año. También hay tres hermanas provenientes de Colombia de la ciudad de Buenaventura. Arribaron con su madre ya que el padre se vino primero.
Les gusta en el internado porque tienen muchas actividades.
Otro niño nos cuenta que estuvo primero en Natales y luego se internó en la Escuela Argentina.
La distancia no es siempre motivo de internado, una de las chicas incluso vive cerca del colegio: “Con mi tata y mi hermana, porque mi mamá esta enferma en el hospital y han estado pidiendo sangre para ella”.

El Fortín del Estrecho