William Shakespeare / Dramaturgo Inglés
(1564-1616)
Ser, o no ser; es la cuestión:
si es más noble soportar en la mente
los golpes y flechazos de la fortuna adversa,
o tomar las armas contra un mar de dolores,
y luchando darles fin. Morir: dormir;
nomás; decir que con un sueño acabamos
con las angustias, y mil desventuras naturales
que son herencia de la carne, es un fin
ardientemente deseado. Morir, dormir;
dormir: quizás soñar: ahí está el problema;
pues en el sueño de la muerte, sueños pueden venir,
cuando ya nos hayamos desprendido de esta vida turbulenta,
que hace calamitosa una vida tan larga;
pues, ¿quién soportaría los latigazos y desdenes del tiempo,
la injusticia del opresor, la injuria del orgulloso,
los dolores del amor despreciado, la lentitud de la ley,
la insolencia del cargo, y el menosprecio
que él mérito paciente recibe de los que nada valen,
cuando el mismo pudiera crear su tranquilidad
con un puñal desnudo? ¿Quién soportaría esta carga,
gruñendo y sudando bajo el peso de una vida hastiada,
si no fuera porque el miedo de lo que hay más allá de la muerte
en el país desconocido de cuyos confines
no retorna ningún viajero, desconcierta la voluntad
y nos hace soportar los males presentes
antes de volar hacia a lo que no conocemos?
Así la conciencia nos hace cobardes a todos,
y así el colorido nativo de la resolución
se torna enfermizo con pálido tono del pensamiento,
y empresas de gran elevación e importancia
con esta consideración desvían sus corrientes torcidamente
y pierden el nombre de acción. ¡Silencio ahora!…