El valor de crear y el valor de producir tienen de antemano ese costo adicional que sin piedad factura al contado el sistema a quienes desde abajo pretenden salir adelante con un proyecto productivo.
El escepticismo regional es difícil de vencer. Esa cuestión, es una realidad innegable. Son las reglas del juego. Lo importando es lo que vale, así, sea innecesario.
Sin embargo, quién más quién menos roba cámara haciendo noticia, opinando sobre la pequeña y mediana empresa elucubrando cifras fáciles y sembrando esperanza en el alma de los que tienen sus manos encallecidas y a diario tienen que gustar el sinsabor de las frustraciones que se paladean al despertar a la realidad. (Muchos de estos personeros teniendo buena predisposición, también ven entorpecidas sus gestiones por las altas barreras del sistema). Hoy más que nunca se ha escuchado tanto hablar y en todos los tonos sobre las PYMES, que quienes no entiendan del tema deben pensar que ese es un problema resuelto; con todas las facilidades que dicen ofrecer… nada más lejos de la realidad.
Producir, crear, inventar, está sujeto a condiciones políticas y económicas drásticas; economía de mercado, la llamada globalización e intereses ocultos. Como nación, simplemente no supimos aprovechar el momento que la igualdad de expectativas ofrecía hace algunos años; nos conformamos con exportar materias primas, desaprovechar cerebros y despilfarrar fortunas en banalidades. Así, entramos en el club de los subdesarrollados.
¿Por qué en Magallanes no podemos tener industrias? ¿Por qué no está “desarrollada” la industria conservera de productos del mar, la industria pesquera regional, los productos de la madera, la industria láctea, ganadera, de cuero, la industria agrícola? Las distancias dicen unos, los costos de mano de obra se escucha por ahí, “estamos en el culo del mundo”, es lo que se oye; “ésta es una región de servicios”, “el costo de los fletes…” “lo más lógico es que vengan del viejo mundo y nos hagan el trabajo…”, “dejarse colonizar es más barato…” ¿Para quién?
Comúnmente, siempre que alguien intenta hacer algo relacionado con la producción tiene que conformarse con migajas, arriesgando día a día su modesto capital y la invalorable fortuna de su libertad, estrellándose contra los muros de la inconciencia. Hablan de ayudar a las PYMES, pero en la realidad, la idea es, cómo sacar dividendos de ellas. Alguien responsable debiera enfrentar esta realidad regional con honestidad profesional, dejando de lado, al menos en este caso, el tema electorero y la filosofía de Pirrón, el escéptico.
Es tiempo de pensar seriamente en los capitales privados (que debieran) no solucionarán el problema de la cesantía considerando en primer lugar, el punto de vista social mirando al futuro; los limites de esos intereses están históricamente definidos y sus utilidades destinadas…Aló, aló… no se haga el sordo. Por lo tanto, es necesario que los burócratas profesionales destinen capitales a la experimentación industrial, para que sirva de guía y estimulo a los posibles inversionistas. No se puede seguir institucionalizando la mendicidad, ni esos proyectos calmantes que tienen la filosofía del pasatiempo. Lo más fácil es pedir, y obtener sin hacer, y recibir sin deber. Si todos pagásemos un impuesto a la conciencia podríamos salir con dignidad de la miseria dando trabajo productivo, sin lesionar el sagrado don de la misericordia y la solidaridad.
(Pavimentar es bueno, pero el cemento no se come. Recuerdo claramente las palabras del don Lucas Kuzmanic: “Cemento no es bueno, no permite que crezca rabanito”. Él, sembró y cosecho en Magallanes, todo, lo que para otros era imposible. Y las palabras de mi abuelo: “hijo, lo único que no se descompone, no pierde valor, ni te dejará morir de hambre si la tratas con respeto, es la tierra).
Algunos laboratorios industriales podrían ser una buena solución, invirtiendo en ellos dineros del Fondema, y no harían muesca en el capital de la región, sí, contribuiría a generar la ansiada mano de obra; por ejemplo: La industrialización de la basura, partiendo por el elemento más común EL PAPEL; (cajas para huevos, cartón de embalaje etc.) de este producto se desperdician millones de pesos mensualmente, que bien podrían invertirse y reinvertirse en la región. No es locura pensar que es posible instalar una oficina técnica captadora de ideas con un par de expertos en desarrollo de proyectos, ya que este trámite es un obstáculo para quién no tiene el recurso administrativo. Por qué no convertir el aserrín y desperdicios de los aserraderos en abono, o alcohol. Unos modestos telares a pedal pueden llegar a cimentar las bases de una industria textil. Un horno industrial para cocer cerámica podría ser la partida de una industria con proyección y, cuesta menos que una algarabía de fuegos artificiales; estos, más los desperdicios metálicos y otros como los restos de la matanza. (¡Importamos comida para perros y gatos!). La crianza de gansos podría ser otra alternativa; la pluma de ganso, siempre ha tenido un buen precio y desperdiciamos los túrbales, los exportamos para que en otras tierras filtren agua para destilar licores. Estos laboratorios, ayudarían a fomentar un horizonte industrial experimental. Es bueno tener presente que los países desarrollados formaron sus industrias con aportes de sus Estados, guiados por gobernantes visionarios, (o empresarios regionalistas). Esto es simple, si se aplica la teoría de que un proceso siempre sigue a otro, confirma que esta opinión tiene buen sentido si se considera que la experiencia y la investigación son base fundamental en el progreso de los pueblos. Pero comúnmente se escucha: “No se puede hacer todo eso porque la ley no lo permite”.
Es tiempo de ir pensando que la limosna y la dependencia, no son un buen negocio para el futuro de nuestra región. Un ejemplo de autonomía palpable son las jornadas por el niño impedido; esta obra, desde el punto de vista político y social es un logro innegable que debe tenerse como ejemplo de fuerza en el logro de un objetivo común productivo.
Por qué no desarrollar una mesa de dialogo técnico que tenga como norte y horizonte una Magallánica S.A. destinada a estudiar con la participación de moros, cristianos, proyectos productivos experimentales.
(Siempre he pensado que el jugo de zanahoria en caja, sería un excelente punto de partida: 1.-Una planta envasadora, 2- semillas, 3- un poder comprador, y 4- ¡todos los vecinos sembrando!: Un producto magallánico, cero contaminación, el capital que debemos cuidar a ultranza. Total: mil puestos de trabajo).
Es tiempo aún, para que volvamos la mirada a la tierra que Dios nos dio y que los antepasados lucharon para legárnosla libre: “Un pueblo que no siembra su alimento, que no forja sus herramientas y sus armas, que no educa a sus hijos, que no respeta sus ancianos y a sus enfermos, y que no defiende su fe, jamás dejara de ser esclavo”. “El futuro de Magallanes depende de las decisiones que tomen los magallánicos”.
“TODO POR LA AUTOOMÍA POLÍTICA Y ACONÓMICA DE MAGALLANES”.
Antonio S. Deza González, Director