El alegre toque de diana esta mañana se sintió más lejos. Llegó hasta el fondo del alma de muchos madrugadores. La gran mayoría de los chilenos, como siempre, dormía. En los cuarteles, clases y sargentos apuran la tropa. Hoy, la cuenta será a las 07,30. Todos, tienen que presentarse impecables. El desfile y las salvas en honor a las glorias navales como todos los años se efectuarán religiosamente a las 12,00 horas. Los asistentes invitados adoptarán como siempre, esa postura pensante del meditabundo, del cívico compenetrado y respetuoso de los valores patrios. Ellas, las acompañantes de los invitados, unas, disimuladamente consultarán su reloj; (el discurso se está alargando más de la cuenta), otras oprimirán con ambas manos enguantadas el abrigo de piel contra el cuello, para impedir que el frío les penetre. Hace frío en Magallanes; pero, hay que estar ahí. La patria lo demanda y el compromiso político lo ordena. La foto en primera plana, o el chispazo en la “tele” bien valen unos votos. O por lo menos un recuerdo de esta gélida tierra, para cuando llegue el momento de volver a “Roma”.
(-¡Aquí, a Magallanes, se viene a hacer patria…!)
El clarín ha dejado de llorar, año a año el eco de su lamento nos lleva a Iquique, la fragancia de la pólvora quemada del último disparo la disipa a latigazos el viento austral. Bajo el toldo protector, los invitados en sus puestos marcan el paso disimuladamente para espantar al frío, intentando no hacer ruido. Todos sonríen mostrando los dientes con las mandíbulas apretadas, las miradas se cruzan de norte a sur, marcando presencia, reafirmando honores, respetos, compromisos y sumisiones, con esos cortos y eléctricos cabeceos que terminan su recorrido clavando la vista en el techo del toldo… (Como las aves cuando beben); o más allá… en el alza del precio de la bencina, el último valor del dólar, o en ese modelito 2006 cuatro por cuatro color rojo, o en el cóctel en el que se brindará por las glorias de nuestro mar. Por supuesto, en un mar de exquisitos sabores de tierra adentro.
Durante el discurso, sólo la primera fila pone rostro de atención. En las de atrás se cuentan hasta buenos chistes. La mayoría hace notar en su expresión corporal que no están ni ahí…pero hay que estar.
Los asistentes voluntarios, los curiosos, los parientes de los “defilantes”… los vendedores de todo eso que es vendible en la ocasión, fotógrafos, periodistas, turistas rezagados y curiosos despistados, repletan las veredas. De todos ellos: los niños, los rostros de los niños y el de los ciudadanos humildes reflejan la satisfacción de la “gratuidad” del acto. En el aire se respira ese algo que no es narrable en esta ocasión, es ese algo que despierta esos amargos y encontrados sentimientos. Ese algo que hace sentir extraños, pero propios, esos sabores de lo que llamamos Patria, y que cada vez que el clarín corta el silencio, ese algo, más que en nadie en los humildes, refleja la sinceridad de su alegría en el brillo de sus ojos; (al igual que los feligreses pobres), total, es lo único que tienen, su patria…y su fe. La pobreza, la heredaron.
“Y ese mar que tranquilo te baña, te promete futuro esplendor…” Entonamos todos.
Este es el verso del Himno Patrio chileno, que más le gusta a las pesqueras transnacionales.
En el mes del mar, se habla del mar, se le recita al mar, se le canta al mar, como tareas se dibujan miles y miles de combates navales y se hacen miles de barquitos con cajas de fósforos y plasticina, todos tienen un siete… poquísimos saben nadar…¡Somos un país marítimo!. Pero, no tenemos ni idea de lo que es el espíritu del mar; no respetamos lo que realmente representa. (Te lo juro por todas las escandalosas que acarician las vergas de la escuadra).
Esa anual campaña del mes del mar, se ve y se siente tan terriblemente pobre, soberbia, vanidosa, repetitiva, mezquina, amorfa, monotemática, sin alma, y hasta con dejos de “hipocresía”.
El símbolo de la razón del porqué de los actos, bien vale todos nuestros respetos. Pero creemos tener el derecho a discrepar del aprovechamiento que se hace de aquel noble símbolo.
En este mar que tranquilo nos baña, se han hecho y hacen sal y agua, a vista y paciencia de nuestros legisladores miles de millones de dólares; bienes que Dios nos dio y que no hemos tenido ni el valor, el sentido común, ni la inteligencia para explotar en beneficio de la patria; de esta patria de la que unos viven, esta patria, la misma que unos usan y abusan, y otros venden, sin un peso en la conciencia; la misma patria que no tiene idea que esos otros existen, que esos otros trabajan dolorosamente para mantenerla y que aquellos queman sus botes en demanda de su derecho a vivir de su propio mar.
Tan insignificante es la educación marítima en este país, que uno de los hitos referentes es, que en verano unos mueren ahogados por imprudentes; que para Semana Santa sube el pescado, que este producto, resulta más caro que la carne de vacuno. Y que el pescado congelado a la venta en los supermercados es lo que dejan para consumo país las transnacionales.
El clarín con su filoso sonido corta el silencio, al frente, el mar que nadie ve. Mientras ese mar tranquilo te baña, esos otros, vacían la Patria. Cuando el clarín ya no se escucha… ¿Qué duele más que la duda?
Bueno sería escuchar en el próximo mes del mar que en Magallanes y en cada puerto de Chile se construirá un Liceo Naval con un buque pesquero escuela… y práctica marinera para esos alumnos en los buques de la armada, de ser esto realidad, nadie sentirá más orgullo que don Arturo Prat Chacón.
TODO POR LA AUTONOMÍA POLÍTICA Y ECONÓMICA DE MAGALLANES.
Antonio S. Deza González, Director