Por Adegón
La evolución de nuestra especie siempre ha sido desde épocas remotas inmedibles, desde cuando entró en el uso de la razón primaria. Muchas son las teorías que han envuelto este tema. Hoy, se han descubierto técnicas asombrosas relacionadas con la evolución científica, como la manipulación del ADN, desde ahí, las teorías han ido tomando más peso en el conocimiento de la evolución física de nuestra especie.
Las religiones, han tenido su parte, justificando el gran mito que mantiene buena parte de la humanidad en diferentes corrientes y enemistades. Desde siempre, del instante que el homo sapien contempló el universo se encontró indefenso frente al poder de la naturaleza, desde ahí, fue la proliferación de dioses y mitos, según el lugar geográfico, el clima, disponibilidad de alimento, seguridad… etc.
En nuestro tiempo, nunca se llegó escuchar algo sobre la razón que tuvo que ver con la evolución psíquica de la especie, y que se le haya asociado a la capacidad de reacciones estimuladas directamente en el cerebro, se ha hablado del progreso de la agricultura, de la evolución cultural en tribu, del cruce entre especies, el descubrimiento del dominio del fuego etc., todos temas leídos, aceptados.
Nunca se ha escuchado que la evolución de nuestra especie se debió a un despertar “casi violento” estimulado durante siglos por el consumo de vegetales psicotrópicos: No se necesita tanto estudio para establecer que somos de origen vegetariano, ese origen, tiene varios cientos de millones de años.
Debió haber un lapsus en el que un grupo de nuestra especie bajó del árbol por “necesidades alimentarias” u otras, y se supone, se enfrentó a la inmensa sabana africana, (ya se sabe que ahí fue nuestro origen), terrenos bioclimáticos que se encuentran en el centro de ese continente rico en vegetación donde predomina hasta hoy vegetación de variadas especies. Frente a esa realidad, estos “aventureros” se habrían encontrado con otras especies similares y otras, en su mayoría cuadrúpedas y bípedos y voladores de rapiña que significaban una real amenaza…, que les obligó a refugiarse en la “puerta de la selva profunda, y desde ahí, salir sigilosamente en busca de ese sustento. Así pasó ese tiempo, ¿cuánto?, difícil es saberlo en un lugar fijo, sin retroceder ni avanzar, consumiendo sin otro remedio lo que la vegetación ahí reinante, les ofrecía generosamente, y cuando fallaba, se recurrió a la caza y frente a las sequías, bueno, se recurrió al canibalismo, y se desarrolló la capacidad para cazar otras especies, siguiendo las reglas de sobrevivencia dictadas por la naturaleza.
Esta es una suposición literaria, pero que justifica la razón del presente. Decíamos que nunca escuchamos, sobre la evolución psíquica de nuestra especie, la que nos hizo diferentes, detalle que no nos es posible establecer con finura científica, tiempos ni generaciones, ese tema queda pendiente para los estudiosos.
El asunto es que las conductas con “este estímulo”, fueron evolucionando entrando en etapas en el trato grupal con liderazgos, (podríamos decir que fue el comienzo de la desigualdad y la tragedia del vicio actual descontrolado), el arraigo, y sin darse cuenta que debido al abundante consumo predominante en el lugar, al que volvieron instintivamente, ya conocedores de la especie, y que poco a poco se convirtió en una necesidad, ¿cuánto tiempo?, imposible saberlo, pero la actitud erguida, las prolongadas contemplaciones del universo que adoptaban involuntariamente, acciones de ira innecesarias; otros colores, otros olfatos diferentes, por ahí, se puede pensar que llegaron a guturalizar puntualizando con proyección dirigida la intención manifestada. Por ahí, se puede imaginar también que se inició la expresión pictórica en los muros de las cavernas, indicando rutas, imágenes de especies comestibles, el logro del dominio del fuego…
Sus descendientes venían ya, evolucionando genéticamente, con esos “avances tecnológicos”; descubrieron el milagro que la tierra producía en las semillas, y en ellos, esos cambios físicos, por los cambios climáticos y geográficos, el color de la piel, los cambios en la temperatura corporal. Lograron hacerse de armas y herramientas… (Gestos que aún tienen los simios, no olvidemos que el gesto de aplaudir lo heredamos de ellos, incluso el beso; (y otros actos que recién, de hace un tiempo, se están aceptando como normales y otros como la pedofilia, son parte de la herencia).
De ahí puede establecerse que muchas de estas constantes alteraciones en “sus conductas” se iniciaron por estímulos directos al sistema cerebral que las neuronas asimilaron e invirtieron, reforzando contactos por otras vías. Por esa razón, con el cerebro más activo, eliminaron a “otras especie humanas”, y desarrollaron sistemas de defensas, se despertó el ingenio, la retención de ideas, y la ansiedad que les llevó a la violencia por la violencia incontrolada.
E insistimos, este tema, es para científicos, pero podemos hacer la gran pregunta: ¿Se escuchó alguna vez que la evolución de nuestra especie se debió accidentalmente por necesidad, al descontrolado consumo de alucinógenos vegetales, costumbre que se arraigó en las mentes primitivas como una necesidad…, y desde ahí, esa necesidad, hasta hoy, herencia de la incuestionable necesidad de consumir estimulantes, puede ser la razón que nos alejó de nuestro real origen.
La conducta de sobrevivencia natural se convirtió en odio, avaricia, crueldad…, interrogaciones y preguntas, inventaron dioses que arraigaron miedos diferentes a lo desconocido. Los que descubrieron la magia de esas hierbas, se las privaron al resto convirtiéndose en dueños absolutos de sus futuros, y se produjo el dominio por la fuerza, lealtades, deslealtades, traiciones y hasta hoy…, (se nos ha hecho creer que no somos, lo que nunca dejaremos de ser, y basta con mirar a nuestros antecesores tienen cinco dedos en las manos, cinco dedos en los pies, se reproducen igual que nosotros y vienen al mundo igual que nosotros, pero en su momento, no se abastecieron de psicotrópicos).
En el transcurrir del tiempo, inventaron el amor, y el matrimonio, para justificar el poder del dominio de la masculinización, se fijaron fronteras, las diferencias raciales, y la otra vida eterna, y el pecado original, tan natural en nuestros orígenes para la conservación de la especie.
Sin esas alteraciones aún seríamos felices viviendo de la naturaleza, esa que aún en la memoria impresa nos causa placer desde que descubrimos que era necesario mirar las estrellas, volar como las aves e intentar flotar hacia esa isla vecina, y más allá de ese horizonte. Así se dividieron hacia los cuatro puntos cardinales antes de la separación de los continentes, y cada grupo se llevó el gran invento (la palanca de tercera clase) el arco y la flecha (el caso de Australia el boomerang es un tema analizable en otro momento), y con el poder de razonar dominaron sus entornos y a otros humanoides, en diferentes situaciones geográficas y climas, los que les produjeron cambios y rasgos físicos y adaptaron dioses cada grupo, a esa situación en particular.
He aquí, esa costumbre de estimular el cerebro se enraizó en la mente primitiva como una necesidad, que perdura y perdurará por siempre en nuestra especie. De ese pequeño grupo de aventureros descendemos, además de esta herencia vivimos con otras, esa la alteración emocional que nos invade cuando nos enfrentamos al mar, o en el medio de un bosque natural y a la incertidumbre cuando nos rodea un ambiente desconocido, incluso la capacidad de reír, el placer de la ociosidad, etc. No sabemos por qué nos gusta la sal, esa, que nos lleva a los orígenes, de antes de la nada.
Lo que fue una necesidad se convirtió en un vicio, y también en un recurso de manipulación, desde los primeros indicios de la justificación mitológica de la creación, se han usado dioses y más dioses, odios y más odios. Todas las formas de adicción vienen en el envase de esa herencia.
Luego vino el alcohol, el sustituto, fue el que descubrieron con la maduración de las frutas silvestres. Las más grandes culturas del espíritu se lograron mucho antes en la creencia en otros dioses, y que aún hoy alumbran muchos senderos de nuestra vida.
No somos más de lo que realmente somos, basta contemplar “esa otra misma especie” para mirarnos al espejo con nuestros antepasados, la evolución sin el estímulo psicoactivo no habría sido posible (cinco dedos con uñas en las manos… dos ojos, igual reproducción mamífera).
La gran pregunta ¿esto fue antes o después de Adán y Eva? Las serpientes son reales, a diario hoy, se hacen presente vestidas en piel humanoide.
Actualmente con estos estímulos innaturalmente se intenta salir de sí, e ir en busca de ese estado primitivo, salir de la realidad y volver sin saber en busca de lo que nunca se logrará. Tanto se abusa de estos estímulos que destruyen la realidad del origen.
Mucho se habla de la voluntad del dios actual; del que sus voceros hablan de conformidad e inmortalidad de otra vida eterna y lo único que han logrado es des-espiritualizar la esencia de la verdadera estructura de esa conciencia que despertó con los psicotrópicos.
La evolución se desarrolló sin dioses. Cada humano tiene un Dios en su conciencia, según su estado de conciencia… “por el fruto les conoceréis”.
Esa es nuestra herencia, y de nada nos ha servido el haber evolucionado, sólo nos ha traído a la autodestrucción.
Antonio S. Deza González
Director