La violencia , la injusticia, la inconciencia, la indiferencia, la intolerancia, la soberbia, el egoísmo, la avaricia, la envidia, la mentira, la inconsecuencia, por nombrar algunos, entre tantos otros negativismos, todos, son rasgos conductuales y normales de nuestra especie. (¿Acaso no somos bestias adaptadas a conductas morales impuestas y condicionadas según las normas de los sistemas reinantes?…) Bien podríamos decir que estas malas virtudes son cimiento y estructura del “pecado original”. Nadie esta libre de caer en estas bajezas. Basta un segundo para que un accidente emocional nos lleve de regreso a nuestros orígenes primitivos y quede expuesta nuestra soberbia animal. Cuanta razón tubo Albert Einstein cuando dijo: “Para mí dos cosas son infinitas, el universo y la estupidez humana… Solamente de la infinitud del universo tengo mis dudas”.
Son tantos los hominicacos que entorpecen el avance del progreso humanista que logran enturbiar la bondad, el amor, la sinceridad, la esperanza, la dignidad…, salpicando con sus bajezas a la gran mayoría de los que intentan ser honestos, hasta silenciarlos. Y, son estos hominicacos los que más hablan de moral, honradez buenas costumbres y sobre todo son expertos en escudarse tras el nombre de Dios, el poder o la democracia; ellos, todo lo hacen en nombre Él, y se permiten robar, matar, mentir…, administrar la crueldad, y son expertos en la distribución de limosnas. Tienen estos hominicacos tanta fuerza, tienen tantos recursos, esos mismos recursos que succionan del incansable músculo creador que mueve a la sociedad limpia, tienen el poder de enviciar, destruir, corromper y ordeñar y prostituir el alma de la patria para engrosar sus mezquinos intereses.
Pareciera que esta lacra es invencible, pero no es así: la única fuerza capaz de enfrentar este mal es la unidad desinteresada y limpia, esa unidad capaz de unir almas en pos del bienestar común, nada más y nada menos que por el sólo hecho de ser humanos y hermanos.
¿Cuánto se opina sobre el problema de la cesantía y la delincuencia? Los más importantes pensadores y analistas de todas las corrientes políticas, religiones y secta, gastan y calientan sesos, y hasta los embaucadores tienen en este tema, opinión y voto, opinan los expertos, opinan los políticos, opinan los que se dicen representantes de Dios, opinan los que se dicen representantes del pueblo, opinan los empresarios; opinan y opinan los “opinadores profesionales”. Como sea y de donde vengan las opiniones siempre queda en el alma humilde ese amargo sabor de las egoístas cifras y ese dejo a rancio del engaño.
En este último mes del año hemos querido hacer una reflexión e invitar a los magallánicos de buena voluntad a pensar en el drama de la cesantía y la delincuencia juvenil que afecta a nuestra región; cesantía juvenil que está invalidando el alma, limitando el futuro creador de tanta juventud.
¿Dispone Ud. De mil pesos para sumarlos junto a todos los que estamos dispuestos a donar para un fondo común con el objetivo único y real de generar recursos para financiar sueldos para cesantes juveniles?
(De las trescientas personas consultadas el 95% estarían dispuestas a hacer el aporte, siempre que no le den otro uso al dinero, que se demuestre mensualmente el resultado de su utilización en balances a la vista pública, que no se use esos dineros para pagar gerentes secretarias, administrativos, arriendos, o computadores, y menos con fines electorales.)
Mil pesos mensuales de impuesto a la conciencia podrían generar más o menos de trescientos cincuenta a cuatrocientos puestos de trabajo disponibles al servicio municipal o al militar del trabajo, lo que redundaría en una ciudad realmente limpia, “ya que tanto se habla de turismo”. Estos jóvenes, con una oportunidad podrían terminar o reiniciar estudios o también financiar cursos de especialización laboral.
Aportar a la causa durante cinco años equivaldría a sesenta mil pesos, suma que significaría reducir casi a cero la cesantía juvenil, y en una estimable cifra la reducción de la delincuencia. Este doloroso flagelo no tiene como suma total otra causa que no sea el producto de la inconciencia social y esos crudos y ciegos ajustes económicos, que siempre han terminado pagando los más pobres. Si la ciudadanía deja de tener la iniciativa en el manejo de la democracia, el talofitismo devorará el alma se la Patria.
Vista esta iniciativa desde el ángulo humano, es una solución real para lograr hacer de nuestras ciudades un territorio de paz. (¿Será posible desprenderos de nuestro natural egoísmo para lograr el bien común?)
No creemos estar errados al pensar que todas las tragedias sociales son la suma de la manipulación político-económica; veamos con atención: todos los intentos de reivindicación regionalista en Magallanes han terminado históricamente en la cosecha vana, lográndose así, con cruel indiferencia, el desmembramiento, y la desilusión de ese noble centenario ideal común: LA AUTONOMIA POLITICO ECOMICA DE MAGALLANES.
Todas las luchas por los derechos regionales que han tenido relación con esto de la mala explotación de los recursos naturales, hasta el abuso inconciente en la enajenación del patrimonio regional, se han visto común mente envueltos en negros mantos sibilinos, mecidos por esos mezquinos vientos del norte.
Si esta iniciativa de pagar un impuesto a la conciencia fuera liderada por un grupo de Hombres Buenos, representantes de los estratos sociales, no cabe duda que se podría llegar a un feliz entendimiento.
La solidaridad no es una limosna, es un deber que deben cumplir los buenos magallánicos. Los medios de comunicación son dueños de la palabra… unir. ¿Utopía?
Antonio S. Deza González, Director