Hace treinta años fuimos maniatados en las redes de la mentira y la traición, y con ese lenguaje tramposo lograron la sumisión de la verdad, de la decencia, hasta trizar esa esperanza común de ser poseedores de una patria propia.
Hoy cabe preguntarse si la patria es nuestra o es sólo un artículo de fantasía con el que se nos atosiga burdamente en septiembre; ( a lo mejor nunca lo fue…, es doloroso…, digno de analizar, pero, sin anestesia ), con otras palabras, otras intenciones, con otras ideas y otras acciones se ha pretendido siempre hacernos soñar con eso…, pero no se nos ha permitido despertar; despertar de ese sueño que es un derecho individual de los pueblos dignos que con los ojos bien abiertos deben hacer realidad, para captar fuerzas de las conciencias libres hasta generar la luz nítida de esa dignidad capaz de disolver las cadenas que impiden llegar al futuro mirando de frente.
Hace treinta años se nos obligó a soportar en silencio escenas falsamente racionales y las arbitrarias deferencias enchapadas en igualdad ante esas leyes que sólo producían vergüenza para los más y acumulación de fortunas en las cajas de los gestores, (y que hoy reparten capirotes dorados a quienes se dejan mochar las alas). Por lo menos permítasenos sentir y expresar nuestra propia vergüenza. Hacer patria, no es lo mismo que hacer negocio…, porque hacer dinero no es lo mismo que hacer conciencia.
La mejor defensa de una nación debe estar basada en la férrea voluntad de su pueblo, esto se consigue: con gobiernos honestos, en caso contrario, los discursos y los desfiles sirven sólo para atemorizar a los débiles y rendir honores a los acreedores.
Nuestra fe, nuestro idioma, nuestro arte, nuestro folclor, nuestra propia forma de ser; incluidos nuestros defectos más graves, nuestro pasado, nuestra historia, nuestro honor: tantas veces defendido y tantas veces ofendido, nuestro futuro, nuestros ideales, nuestro esfuerzo, nuestros sueños… Así, todo y más, son valores propios: Lo foráneo en exceso, contamina el alna y empobrece a los pueblos débiles.
El pasado y el presente, siempre deben ser nuestro eje y en buen acero forjado, para que las piedras de la huella y la carga, no lo doblen, no lo quiebren. Deben ser las ruedas de doble radio, las llantas nobles, la maza culta. Solamente, sudor honesto y sangre consistente y pura deberán lubricar las mazas y las puntas de ese eje. La camada bien a escuadra, bien formada, con amarras firmes, porte digno, las barandas en justicia, en su real medida. Por lanza tendrá siempre ésta carreta firme vara de lenga magallánica en el desierto curtida su alma y reverdecida en estas tierras, hielos y mares australes.
Los toros serán alados herrados en oro fino; no precisarán de yugo, ni coyundas, ni picanas, ni bocados… A la fuerza de su alma, no habrá monte, ni desierto, ni cordillera ni pampa, ni mares que se opongan a su tranco.
De ésta carreta chilenos, somos toros y carreteros…
¡Tensa! ¡Teesa mierda!
TODO POR LA AUTONOMÍA POLÍTICA Y ECONÓMICA DE MAGALLANES.
Antonio S. Deza González, Director