El movimiento Verde surge a mediados de los años sesenta del siglo XX como una respuesta al deterioro globalizado del medio ambiente, alzando los pabellones de numerosos grupos de gentes disconformes con los valores, metodologías y resultados de los sistemas políticos de ese momento histórico. Por otra parte, desde la segunda guerra mundial se empieza a evidenciar con mayor claridad, corrientes de pensamiento que incorporan “principios humanistas”, entendiendo al hombre como eje de su meditación y centro  de su quehacer político. Estos principios habían sido establecidos mucho antes, entre mediados del siglo XV y mediados del siglo XVI, durante el Renacimiento.
¿Qué relación puede encontrarse entre aquellos principios humanistas y el movimiento verde? ¿Tiene sentido conceptual declararse “humanista verde” considerando los principios originales de ambas visiones? ¿Es la aparición del ecologismo una expresión de un humanismo renovado (quizás un nuevo humanismo); o responde, por el contrario, a una de las tantas vertientes fundamentalistas del  movimiento planetario denominado La Nueva Era?

EL ECOLOGISMO
DE LOS VERDES
A mediados de la década de los años sesenta del siglo XX, surgió en Europa el movimiento ecologista. Grupos ciudadanos, afectados por el desarrollo urbano e industrial se organizaron para defender su medio ambiente. Algunos de estos grupos lograron gran repercusión transformando su problema local, en uno de carácter nacional. Luego de los movimientos juveniles estudiantiles de mayo del ’68, el ecologismo se estructuró como una necesidad de busqueda de formas de vida alternativas al sistema institucional de la época. El crecimiento de grupos en busqueda de “*economías alternativas” que permitiesen la existencia de comunidades humanas ecológicas y el desarrollo de otros grupos alternativos de contracultura, posibilitaron la aparición en Alemania y en Francia, del movimiento “ecologista alternativo” denominado Los Verdes.
Los Verdes se han definido como un grupo que desarrolla la OPOSICIÓN FUNDAMENTAL entendida ésta como una crítica y una acción en contra del crecimiento tecnológico indefinido, la economía de libre mercado, la acumulación del capital, la integración del proletariado al circulo consumista, etc. Esa oposición se manifiesta en cuatro líneas de acción buscando una respuesta que sea: 1) Ecológica, 2) Social, 3) Democrática, y 4) No violenta. (Godoy 1984*).
1.- Respuesta ecológica: Toda sociedad se define por su relación con la naturaleza y por tanto una política adecuada concibe al hombre y a su medio ambiente como parte de la naturaleza. Esta relación sociedad-naturaleza deberá satisfacer las necesidades humanas  dentro del “equilibrio natural del orden ecológico”. En este contexto, el “descubrimiento” del termino naturaleza ubica al hombre y a sus circunstancias como otros meros elementos de un sistema superior y muy complejo. Surge en este sistema una “economía alternativa” basada en un nuevo derecho descubierto en el seno del ecologismo: EL DERECHO NATURAL.
2.- Respuesta social: El movimiento Verde busca la igualdad de oportunidades y se opone a todo sistema que considere al hombre sólo como fuerza de trabajo. Apoya el mejoramiento de los sectores menos favorecidos previniendo que el aumento del ingreso de una población pude significar su empobrecimiento real como consecuencia de la destrucción de su entorno, de sus recursos naturales y de la comercialización indiscriminada del uso de la naturaleza.
3.- Respuesta democrática: Se propone una democracia directa de manera tal que la base popular recupere su capacidad de desición.- Los Verdes además propician fuertemente el sistema de de plebiscito en el nivel local, regional y nacional. Favorecen la estructura descentralizada a nivel de partido político, no tienen políticos profesionales, incorporan el sistema de asambleas directas y descartan las sesiones cupulares secretas. Los parlamentarios Verdes deben rotar en sus cargos y tanto ellos como los dirigentes del partido deben dar cuenta a la asamblea general de sus  gestiones cuando ésta lo requiera.
4.- Respuesta no violenta: El Movimiento Verde plantea que en todos los sistemas políticos existe una violencia económica, cultural y burocrática, reprimiendo con dureza los intentos de escapar de ella. Su crítica más fuerte es a la política exterior de los países, oponiéndose a la ocupación de Estados y defendiendo los principios de autodeterminación. Plantean la destrucción de las armas químicas, bacteriológicas y nucleares, pero no excluyen el derecho fundamental de legítima defensa ni tampoco el de la resistencia social con todas sus variantes.

EL HUMANISMO
La palabra “humanista” surge según Imaz*; en la tertulia culta que se desarrollaba en torno al Divino Augusto con una equivalencia de la palabra griega “philantropia” (filantropía) Para algunos Cicerón, su inventor, la habría utilizado como “el sentimiento que nos inclina a favor de la humanidad”. Sin embargo, continúa Imaz, en la obra del filósofo como después para Séneca, el término significa además lo que hoy se entiende por formación humanística. Así, los studia humanitatis del Renacimiento corresponden a ese doble significado. La búsqueda en la literatura clásica y antigua va por sus valores intrínsecos y no por defender la doctrina cristiana en Occidente. Va en busca del hombre.
Coluccio Salutari*, discípulo de Petrarca*, señala “Cicerón* usa el término humanitas en el sentido de doctrina y ciencia moral,… porque fuera del hombre no hay otro animal capaz de cultivarse… así, los antiguos incluyeron también el saber dentro de la noción de humanidad”. Humanidades será entonces aquellos estudios que fomenten al amor a los hombres. Humanista, quien realice y avance en estos estudios. Su mayor debilidad como cultura fue lo que ellos concibieron como su fuerza: LA IDEALIZACIÓN DE LO HUMANO. Encerrado en círculos aristocráticos, no alcanzó un nivel de revolución. Fue laico y cristiano, conservador y vanguardista. Sus resultados, en sí valiosos, fueron en sí inorgánicos entre varias formas de cultura.
¿Cuál fue la visión humanística del mundo? Barceló* expone que los humanistas no constituyeron una escuela de pensamiento ni compartieron los mismos principios intelectuales: hubo platónicos, aristotélicos, epicúreos, estoicos y todas las mezclas posibles. Tampoco existieron formulaciones metafísicas sistemáticas ni tampoco la generación de una metodología del conocimiento que permitiese el acercamiento a un cuerpo de proposiciones. Dos elementos surgen como respuesta a la pregunta recién planteada: lo primero es que encuentran en el estudio y goce del arte y pensamiento antiguos, la validez autónoma del pensamiento humano, definitivamente más cercano al propio hombre que la verdad revelada. Lo segundo es el papel central reivindicado para el hombre. Aparece la disyuntiva entre la vida contemplativa (el bien intelectual) de la obra de Dios, y la vida activa (bien moral) centrada en el hombre. El humanismo opta por la segunda, por la vida activa en la sociedad política y civil, puesto que es más humana. Así, las ciencias sociales aparecen como más importantes que las ciencias de la naturaleza, siendo las primeras propias de la acción humana y las segundas de la contemplación de los gabinetes de los eruditos. Es un nuevo Dios que habla así a Adán en la pluma de Giovanni Pico della Mirandola*; “De hominis dignitate oratio”: “Te he colocado en el centro del mundo para que puedas ver cuanto hay en él. No te he hecho ni celestial ni terreno, moral o inmoral con el fin de que, como libre y digno escultor de ti mismo, te des la forma que prefieras. Podrás rebajarte hasta el nivel de los seres inferiores, los animales brutos, o podrás exaltarle hasta la altura de lo divino de acuerdo con el dictado de tu espiritu”.
Los humanistas dejaron de considerar la existencia humana enfrentada con la vida eterna, para mirarla en su historicidad. Esto supone que las acciones humanas son únicas e irrepetibles porque brotan del encuentro de personalidades de características propias con circunstancias externas siempre cambiantes. Nada más lejos de la visión medieval de la naturaleza como ejemplo de la obra inmutable del Creador.

LA RELACIÓN ECOLOGISMO HUMANISMO
Según Luc Ferry*, se pueden evidenciar dos tendencias en el ecologismo, una realista y reformista y otra revolucionaria y fundamentalista. La primera está representada por una corriente poco dogmática que parte de la idea de que a través de la naturaleza se trata de proteger al hombre. El medio ambiente no adquiere un valor intrínseco. Es en consecuencia, una protección ambiental en función de un criterio antropocentrista, posición que puede ser llamada humanista. Sin embargo hay que preguntarse cuán importantes esta corriente dentro del ecologismo. Según Gatica*, afirmaba que es posible descubrir dentro del movimiento europeo los grupos más dispares , desde feministas, naturistas, de autogestión, conservacionistas, homosexuales, cristianos, nacionalistas hasta eco-terroristas que atentan en contra de quienes usan pieles, contra industria procesadoras de carne, contra zoológicos, etc.
De acuerdo a Jonson, el movimiento Verde en general tiene tendencia al extremismo dado que ejerce atracción sobre grupos con inclinaciones religiosas naturales que no se sienten interpretados por los cultos organizados y derivan entonces hacia estos sustitutos de la religión como fueron en su tiempo el nazismo, el marxismo, el maoísmo entre otros.. De tal modo son entonces los representantes de la corriente fundamentalista quienes han derivado hacia estructuras más organizadas que se han constituido finalmente en movimientos políticos.
El fundamentalismo Verde se expresa en la reivindicación de un derecho de los animales, de los árboles y de las piedras, un derecho de la naturaleza como tal. Por ello, pone en tela de juicio al humanismo moderno. Surge aquí con claridad la contradicción fundamenta entre ecologismo y humanismo: el antiguo contrato social de los pensadores políticos debe ceder su lugar a un contrato natural, donde el Universo entero se volvería sujeto de derecho; ya no es al hombre como centro del mundo al que hay que defender, sino al cosmos como tal al que hay que proteger de los hombres. El planeta, y más específicamente la biosfera, aparecen investidos de un valor superior al de la especie humana, considerada casi como enemiga de la vida misma.
Para el movimiento fundamentalista, mal llamado ecología profunda, no hay compromiso posible con el modo de vida occidental. Su diagnostico no es romántico: la modernidad antropocentrista es un desastre. El humanismo occidental debe ser rechazado por medio de cualquier fórmula. Así, por ejemplo, el fundamentalismo alababa en los años ’70 el modelo soviético por su planificación del consumo, obligando al pueblo a una “sana frugalidad”. A juicio de Ferry, cinco son los elementos que se destacan en este fundamentalismo: 1.- La crítica a la civilización occidental. 2.- El antihumanismo. 3.- El temor a la técnica. 4.- El biocentrismo o culto de la vida. 5.- El miedo como pasión política.
En relación con el primero, se denuncia tanto a la tradición judeo-cristiana por situar al espíritu sobre la naturaleza como la concepción teclista de la historia porque reduce al universo a una colección de objetos para los fines del hombre. Busca entonces fuera de Occidente descubriendo el Budismo zen y luego los valores de vida natural de las culturas amerindias; el valor de la sabiduría antigua para contraponerlo a la locura tecnológica. Como anota Rodriguez*, así señala Toffer: … se dirigen a existir a un mundo que existió… entre la caída del imperio romano y la aparición de Carlo Magno, donde la unidad básica de la sociedad era el poblado rural, escasamente mayor que una aldea…”. En cuanto al antihumanismo, el llamado contrato natural pone en tela de juiciosa tradición moderna del humanismo jurídico para resaltar la idea de que la naturaleza tiene un valor intrínseco y, como tal, es digna de respeto. En 1979 un movimiento ecologista afirmaba: “los sistemas de valores humanistas deben ser sustituidos por valores suprahumanistas que incluyan todo tipo de vida en las esferas de consideración moral y legal; y a la larga aún habrá que recurrir a la fuerza, para luchar en contra de los que deterioran el medio ambiente”. El resto de los elementos no son sino consecuencia de los primeros. Así la biosfera pasa a ser una entidad casi de carácter divino, exterior y superior a los hombres, con características de principio creador. Para el ecologismo no puede haber un valor exterior a la vida y por ello se acaba la trascendencia y con ella todos los valores situados por la moral más allá de la existencia. Derivado de esta posición, el miedo a perder esta existencia por agotamiento de recursos, por la contaminación, por la destrucción  de las culturas tradicionales nace también como razón social y con una función ética moral.
El ecologismo profundo está muy lejos del humanismo propiamente tal. Más aún, el vuelco fenomenal que se produce en el siglo XV con pensadores como Erasmo Rotterdam, Tomás Moro, Niccolo Maquiavelo tiene como objeto principal al hombre, el cual es separado de la biosfera en un ser social. Para este ser, todo aquello que se relacione con la naturaleza será de valor inferior, distinto y alejado de él. Su preocupación será la “humanitas”, la política, el arte, las letras, la sociedad. Nada más alejado del humanista que la vuelta hacia la “barbarie”, hacia el culto de los animales, y de los árboles. La visión actual del humanismo profundiza más en la cuestión social. Citando a Bruckhard, Eduardo Muñoz* recoge la idea que el humanismo significa la reafirmación de todo lo humano, pero ligado a supuestos históricos, agrega, el concepto se entiende en la actualidad de muchas maneras, siendo un rasgo común de los diversos tipos, el intento de sustituir (¿complementar) la noción Renacentista del individuo, por la de la persona,, del hombre como ser concreto y concebido como ser social  Por el contrario, el ecologismo buscando una respuesta social, encuentra una religión: tiene un Dios en la Naturaleza, en biosfera. Todo lo humano es el fondo, inferior. ¿Cómo conciliar ambas posiciones?

ECOLOGISMO, NEW AGE Y GALIA (música mística)
El movimiento Nueva Era habla de una metafísica que sustituye al humanismo clásico y al de la cultura judeo-cristiana. ¿Coincidencia? No se admite una división entre Dios y el Mundo ¿nueva coincidencia? El cosmos es una energía impersonal que se manifiesta en la Naturaleza y en las Personas. Muchas cosas acercan al movimiento New Age con el ecologismo de los Verdes. Entre éstas y el culto a la madre Tierra, diosa herida por el desarrollo de la civilización, que amenaza con vengarse de la humanidad por medio de los más terribles desastres. Esta diosa se llama Gaia* y está vinculada con animales sagrados, con plantas, con arboledas sagradas, cavernas como vientres, con el ritmo lunar, con la fecundidad. Al New Age llegan adeptos de muy distinto origen. Penetrando al ecologismo, ha sustituido la visión romántica del Cristo por esta diosa cósmico-telúrica de la Verdad interior.
Antiguas tradiciones afirmaban que la Tierra es un ser vivo, pero no fue hasta 1979 cuando James Lovelock, científico británico, expuso su hipótesis de Gaia (Gaia A Way of Knowing*). Para Lovelock, el planeta es un ser viviente autosuficiente y con alta capacidad de regulación. Esta hipótesis, afirman los ambientalistas, es una seria advertencia para la humanidad. La destrucción de animales y vegetales, la quema de combustibles, la destrucción de la capa de ozono, una actividad económica consumista y depredadora, arremete al sistema de Gaia y ésta tiene derecho (¿derecho natural?) de defenderse y aniquilar la especie más dañina, la ESPECIE HUMANA. Dice Lovelock: “…no poseemos la madre Tierra. Gaia nos hace entender que somos sólo una parte de una enorme telaraña ecológica , sólo unos cuantos kilos de la telaraña”. Así el ecologismo y New Age, de la mano, sobre Gaia en un canto a dúo sobre el egoísmo humanista, sobre el fracaso de esta civilización, sobre el poder de la vida, expresión única de la divinidad en el Cosmos.
Quisiera terminar estas líneas destacando la validez del concepto científico de ecología, esto es, la ciencia que se preocupa de los factores que regulan la abundancia y distribución de los organismos, para intervenir en la busqueda y proposición de respuestas  que permitan el desarrollo sustentable de la humanidad en el planeta. La ecología como ciencia (concepto confundido a nivel de opinión pública como ambientalismo y ecologismo), debe constituirse con urgencia en una de las herramientas más poderosas del humanismo moderno para manejar racionalmente la escasez de recursos, el deterioro del hábitat y mejorar la calidad de vida de todos los pueblos de la Tierra. Es urgente entender de respuestas científicas y técnicas, unidas al cambio de mentalidad que permita a cada hombre dimensionar en profundidad el concepto de sustentabilidad, por sobre las posturas ecológicas, terroristas o divinizantes. En la confusión de un mundo donde el conocimiento crece mucho más rápido que la capacidad para asimilarlo, permanece inalterado el valor del Hombre y la búsqueda de su Verdad, como camino único para lograr el desarrollo y la felicidad.
Concluyamos con Petrarca*: *¿De qué aprovecha conocer la naturaleza de las fieras, de las aves, de los peces y de las serpientes ignorando o descuidando la Naturaleza del Hombre, para qué hemos nacido, de donde venimos y hacia donde vamos?         
                                  
*Hugo Godoy, 1984 Los Verdes ¿Una sociedad ecológica? Naturaleza 2.
Eugenio Imaz 1993 (reimpresión) Topía y Utopía. En Utopías del Renacimiento. Fondo de Cultura Económica  México.
*Coluccio Salutari: Canciller de Venecia.
*Francesco Petrarca: Lírico (poeta) y humanista italiano. (Renacimiento).
*Marco Tulio Cicerón: Jurista, político, filósofo, escritor y orador romano.
*Joaquín Barceló 1992. Selección de escritos teóricos-políticos del humanismo italiano. Estudios Públicos.
*Giovanni Pico della Mirandola: Humanista y filósofo italiano. A los 14 años de edad la U. de Bolonia le publicó su libro Las Decretales.
*Luc Ferry: Ciudadano francés: Filósofo, investigador, intelectual, ensayista, publicista y político, doctor en Ciencias Políticas.
*Mauricio Gatica: Autor del libro Ecologismo europeo, un camino de esperanza.
*Paul Jonson 1993: Escritor, historiador y periodista británico, Católico. Estritos: Sobre el Origen del Ecologismo en el Mercurio 1993.
*Rogelio Rodriguez. 1993 Revista Occidente: Toffer y los fanatiecólogos.
*Eduardo Muñoz. El humanismo y la Vocación de Servicio Público. Revista Occidente N° 350.
*Gaia: o Gea. La diosa griega de la Tierra. Los romanos llamaron Gea.              
*Gaia A Way of Konowing: Traducido: Gaia una forma de conocimiento.

PEDRO E. CATTAN Doctor en Ciencias Profesor Universitario.

El Fortín del Estrecho