Nació en la ciudad de Lima (Perú) hija del Diplomático Chileno don Tomás Allende, y de doña Francisca Llona. Su padre era primo hermano del Presidente de Chile Don Salvador Allende.
Es hoy considerada la más prestigiosa novelista iberoamericana; afirmación que respalda la venta de 51 millones de ejemplares traducidos a más de 27 lenguas. En Chile se han entregado a la fecha desde el año 1942 cincuenta y siete Premios Nacionales de Literatura de todos estos solamente  cuatro de ellos han correspondido a mujeres.
En 1951 Gabriela Mistral; 1961 Marta Brunet; 1982 Marcela Paz.
Esa es la cuestión que ha acarreado tanto “ires y venires” de las aguas opinantes a favor y en contra de la postulación a la “gran torta” de esta autora: su talento venció al retrogrado y privilegiado machismo criollo.
Fue vergonzoso como entre los dueños de la palabra escrita se desprestigiaba el nombre de Isabel, al no valorar su obra. Trabajo que encasillaron relacionándolo con el Post-Boom, termino que define al “maistream” de la narrativa de nuestra América, y en las últimas décadas se le ha enrolado como modernista de cuya vertiente, para pasar a ser el postmodernismo caracterizado por los contingentes temas políticos recientemente sufridos y vividos.
En el logro del objetivo de reconocer a Isabel para el galardón tuvo especial importancia la opinión de la prestigiosa periodista doña Delia Vergara, maestra guía y directora de Isabel en el desempeño en Revista Paula, en los inicios de la carrera periodística de Isabel. También hizo lo suyo la poetiza Delia Domínguez, que dijo: “no adherí a ella sólo por sus méritos para mi la principal causa fu su humanidad”, además hacía 28 años que no se le reconocían los méritos a una mujer, ya parecía que en este mundo no había mujeres”. Le siguió en la causa la Directora de Terra Chile quién usó sus líneas en la columna en la página de Internet. Y es increíble como algunas voces sin alma opinaban “que era de mal gusto reconocerla y aplaudir su labor”.
Hay que reconocer que la envidia ocupa un importante espacio en nuestra vida cultural, y es esa envidia la que no nos deja crear con sinceridad.         

Resumen Adegón

El Fortín del Estrecho