Sin miedo a hablar

Siento que dentro tienes un mar de frases que expresar
Y no quieres liberar…
Te reprimes
Cual terrible y sórdido pecado desgarrador
Y te asfixias
Silenciando cada una de tus letras soñadoras,
Que viajan y exploran lugares diferentes,
Que conocen más allá de lo impuesto por las leyes,
Esas leyes que obligan igualdad de pensamientos.

Esas en quienes confías y amas
Como a tu única creencia,
Como a la palabra más sabia,
Como al amuleto más sagrado…

¡Abre tu mente!
Descubre que el mundo no es plano como todos dicen,
Crea la maldita cura contra el sida,
Súbete a una bicicleta aunque tengas 50 años,
Grita si quieres gritar,
Ríe a carcajadas en una cena formal,
Llora sin miedo a perder tus lágrimas.

Deja de lado un rato tu manual de Carreño;
Si te vas a unir
Hazlo con  convicción y no porque si
Si vas a gritar…
Grita con los pulmones y no con la garganta,
Porque el susurro del “estoy aquí, pero no me miren”,
Se ve mejor en casa si no quiere quedar mal
¿Verdad Jorge Gonzáles?

¡Vamos! Que te sirva algún día
ese “Derecho de expresión” que pronuncias a diario
cual garabato en boca de un chileno,
pues realmente aporta más
que siendo sólo un adorno en los discursos del presidente.
Ve y dale un buen uso,
Porque si no lo haces tu
Nadie lo hará por ti.

Hoy hablaré de ti

Mírate.
Contempla tu propia belleza
Reflejada en nuestros ojos,
Contempla ese Chile que engrandeces
Oh majestuosa
Nos has abierto alas para volar
Y nos has dejado huellas que seguir.

¿Serán aquellos delicados colores
Que revisten tu interior
Los que me hacen sentir amor?

Amor paciente,
Amor del que sueña,
Amor del que siente sin tocar,
Amor furtivo
Amor… que llena,
Pues orgullosa estoy de verte allí.

Que sólo mirarte hacia el cielo puedo y quiero;
Quiero ser el motivo de tu hermoso semblante
Que deslumbra ríos, cielos, niños, sonrisas,
Sonrisas que descubres gloriosa bandera.

Sé…
¡Libre!
Como un ave que escoge gratis su camino,
Como un juego de niños que no se fía,
Como una grandiosa idea que no se compra.

Porque no tienes precio ni lo tendrás en ningún lado,
Porque la dignidad y el honor no se regalan,
Porque el esfuerzo no se cotiza,
Porque una meta cumplida no se consigue con dinero,
Porque la libertad no se vende.

Y somos uno…
Pues aquel rojo es mi sangre derramada
Que yace hoy en tu sublime regazo.



Natalia Espinoza Azócar

El Fortín del Estrecho