El trabajo, la vida social, la presión por lucir una figura aceptable, las necesidades, la limitación económica, las necesidades de los hijos, la falta de sueño, la alimentación descontrolada. Hoy, el virus que nos ataca encerrándonos y nos obliga a restringir nuestros movimientos y alejarnos de nuestras amistades…, todo esto va carcomiendo poco a poco la armonía de cuerpo y mente. Y sin saber cuándo de un de repente las mujeres de hoy nos sentimos agobiadas por el estrés. Se dice que es un mal de moda y muy temible.
En esos momentos de alta exigencia laboral se padece de un estrés inmenso. Tener la misión de concluir ese trabajo a tiempo fijo nos causa irritación, y cualquier distracción como una llamada telefónica nos molesta, en ese tiempo preciso evitamos a nuestros amigos, y aunque parezca raro una interrupción de un esposo o el pololo pasan a segundo plano, ni siquiera tenemos consideración por nosotros mismos, dejamos de lado las horas de colación, llegamos antes a la escena laboral y nos retiramos cuando ya todos hace mucho rato se han ido; nos llevamos el trabajo para la casa y nos dedicamos todo un fin de semana a concluir la tarea, combinando las labores domésticas acumuladas. En muchos casos sacrificamos las vacaciones. Así, somos esclavas del celular y el computador que arrastramos a todas partes. Y sin darnos cuenta no hemos convertido en una persona irritable…
LA MUJER EN SU HOGAR Y EN EL TRABAJO
Estrés en el trabajo, estrés con los niños, estrés en la calle, estrés en el poco tiempo libre; la vida diaria bajo la presión de llegar a fin de mes con los recursos y, más encima, las noticias negativas, a todo se suma cuando al final del día ponemos algo para picar…, en busca de cualquier cosa abrimos el refrigerador, por supuesto sacamos eso, lo menos saludable pero sabroso. No somos capaces de cerrar esa válvula de escape que nos aleje de estas frustraciones. Y para el colmo de los colmos, nos fabricamos estrés cuando contemplamos nuestra figura en el espejo, intentando encontrarnos esos defectos que atormentan. El trabajo fino de esos ataques contra nosotras lo hace la TV, el cine, y las publicaciones de moda y marcas. No podemos ser inmunes, ya es un vicio que circula en nuestra cultura, y impregnándonos de frustración; así vamos aumentando nuestro propio estrés, convencidas de que la vida nos trata injustamente.
Sin embargo no consideramos que el estrés está en el aire que respiramos y no respeta nada ni a nadie, de alguna forma se acepta que el estrés está de moda. Nada sacas con atormentarte, la ciencia está en enfrentarlo y ponerle límites.
No son consejos médicos, son ejercicios de la experiencia.
1º Busca esos alicientes que alimenten tu alma, (tu sabes cuales son, y los tienes olvidados) entregándote algo de seguridad, que te brinde esperanzas. El silencio es un buen consejero. Bájate del auto…, y camina todo cuanto puedas.
2º Aprende a respirar con la boca abierta, no comas ansiosamente, no comas chatarra, bebe suficiente agua.
3º Haz ejercicios divertidos, como gatear, intenta caminar con los ojos cerrados dentro de tu casa, recuerda mentalmente tus tiempos de niñez y de colegio, acuérdate de tus compañeros y compañeras; esos actos mueven las hormonas de la felicidad.
4º La espiritualidad es un buen camino a la paz…, no estamos refiriéndonos a religiones; es el camino que tú debes recorrer al interior de tu conciencia y mirarte de frente para encontrar la razón de esos síntomas ocultos.