Joaquín Ewards Bello

No me nieguen. En todas las casas han oído decir a algún niño, e vuelta del colegio: “Me robaron el lápiz”. Otras veces se trata del cuaderno, de la pluma, del libro.
¿Vieron la película del ocaso del cadete inglés que fue expulsado del colegio naval bajo la infamante acusación de robo? Se trataba de un robo de cinco chelines. Bastaba para ensombrecer el honor y el porvenir del niño. En Inglaterra los ladrones y los mentirosos son expulsados de los colegios. El caso visto en la película ocurrió en la vida real. Hace de esto (a la fecha del texto hablamos del año 1800) 30 años o más. El cadete acusado y expulsado era George Archertershee. El padre de dicho cadete tenía fe en su hijo. Cuando llegó a su casa, expulsado, le preguntó: -¿Robaste? -No papa. -Está bien.
Entonces el padre del cadete entabló un pleito contra el fallo de la justicia. Este pleito conmovió a Inglaterra. Finalmente el cadete fue absuelto. Pobladas de niños, en la puerta de la casa del cadete cantaron: For he`s jolly god fellow… (es un muchacho excelente).
El abogado del cadete acusado, cuando probó la inocencia del niño, censuró duramente a los abogados de la Corona y obtuvo sanción penal por los perjuicios irrogados a su defendido y a su familia. Eso es en Inglaterra.
El General del Canto, contó en su entrevista con Armando Donoso Novoa, lo siguiente: Se le perdió al cadete ecuatoriano Manuel Larrea, un anillo con sello, de oro, recuerdo de su abuelo. El general ordenó que nadie saliera de la Escuela Militar y que a la una, estuviera formado todo el personal, sirvientes y cocineros incluidos. A la una en punto llegó a la Escuela. Frente todos los formados, dijo:
-¡Si no aparece ahora el anillo verán quién soy yo!
Mandó que le llevaran un balde lleno de afrecho. Revolvió el afrecho y se fue con las manos extendidas. Regresó con las manos empuñadas y las metió en el afrecho. En seguida las abrió. Hecho esto pidió que se retirasen todos a sus dormitorios y que volvieran en un cuarto de hora, con los puños cerrados, para repetir lo que él había hecho. Todo el mundo lo hizo así, el general, el subdirector, los oficiales, los cadetes y el personal. Revolvió en seguida el afrecho y sacando algo en su diestra, presentó el anillo al cadete Larrea, que nunca en su vida olvidó la aventura. El ladrón había introducido el anillo en el balde con afrecho.

El Fortín del Estrecho