Hay quienes participan de seminarios de control del tiempo y aprenden modelos de planificación que los ayudan, en cierta medida, pero terminan siendo un parche que no soluciona el verdadero problema.
Albert Einstein, observó que “los problemas significativos que afrontamos no pueden solucionarse en el mismo nivel de pensamiento en el que estábamos cuando los creamos”. Quizás podríamos empezar a pensar que si nos volcamos hacia nuestro interior, podremos encontrar aquello que nos proporcionaría, en un nivel de pensamiento más profundo, lo que necesitamos para solucionar nuestros actuales problemas. Conciencia moral y sentido común. Solucionar los problemas “de adentro hacia afuera” significa, para la mayoría de las personas, un cambio de paradigma (ejemplo, modelo), basado en la conciencia moral y el sentido común. Si uno es un administrador efectivo de sí mismo, la disciplina proviene desde el interior; uno se convierte en un seguidor de los propios valores y tiene la voluntad de subordinar a esos valores los sentimientos y los estados de ánimo. Dicha subordinación requiere de un propósito o misión y un claro sentido de dirección; así como de poder dejar de hacer algo cuando no se está dispuesto a hacerlo, y depender de los valores y no de ese impulso del momento. “Al hablar de la administración del tiempo, estamos hablando de la administración de nuestra vida”. Y un modo de administrarla es organizando y llevar a cabo las tareas según las prioridades. (Parece simple).
Básicamente, dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo a esos temas que clasificamos como urgentes y los que no lo son; y los importantes y no importantes; y todas las distintas combinaciones: Las actividades urgentes e importantes son las crisis y esos problemas que apremian y necesitan soluciones inmediatas, porque reclaman nuestra acción, y con esa presión reaccionamos.
Todos experimentamos en la vida propia, variados problemas de gran magnitud, y si nos centramos solamente en este tipo de problemas que nos agotan, logramos convertirnos en administradores de esas crisis y sólo encontramos cierto alivio cuando desarrollamos esas actividades que no son urgentes ni importantes, trivialidades que muchas veces implican un ajetreo inútil, como chatear (que ya es un vicio), hablar por teléfono, ir al café, fumar un cigarrillo mirando el infinito; ¿son esas actividades pérdidas de tiempo reales?.
Muchos disponen su tiempo a las actividades importantes, pero no urgentes y reaccionan, pero reaccionan pronto ante situaciones urgentes, en el supuesto que también son importantes, como las respuestas a las llamadas telefónicas, carta, e-mails, la presencia en actividades varias y reuniones sociales. Aunque “esa urgencia” suele muchas veces basarse en las expectativas puestas por otros.
Las personas que tienen una administración personal efectiva centran su atención en “las actividades importantes que no son urgentes”:
“Tener siempre presente la verdadera misión personal” “Construir relaciones sanas” “Planificar el futuro” “Atender la prevención y la previsión” “ Estar atento siempre a esas posibles nuevas oportunidades”.
Es bueno tomarse unos minutos y preguntarse: “A que actividades estoy dedicando mi tiempo”. Y preguntarse y plantearse también: “¿Qué puedo hacer en mi vida personal y laboral, que realizándolo regularmente pueda representar una diferencia positiva en mi vida?”
“Lo que importa más, nunca debe estar a merced de lo que importa menos” GOETHE.