Nació en Granada un 1° de septiembre, corría el primer tercio del siglo XIX. Heroína española. Viuda y madre de dos hijos de corta edad, fue denunciada por haber bordado en una bandera la leyenda «Ley, Libertad, Igualdad» y acusada de pertenecer a una conspiración liberal. Al negarse Mariana Pineda a delatar a sus  a quienes se creían sus supuestos cómplices, Ramón Pedrosa y Andrade, miembro de la Cancillería de Granada, y según la leyenda, secretamente enamorado de ella, decretó su ingreso en prisión. En medio de las protestas de la población, fue juzgada y condenada a morir a garrote (apaleada). La sentencia se ejecutó en el Campo del Triunfo de Granada, mientras la bandera que había bordado era quemada. Mariana Pineda se convirtió muy pronto en heroína y mártir de la causa liberal, hasta llegar al punto de inspirar numerosas canciones. Federico García Lorca se basó en su historia para escribir la obra teatral Mariana Pineda.
Su vida dramática y su personalidad excepcional la han convertido, sin duda, en la granadina más celebre y que ha inspirado la mayor cantidad de literatura. Hija natural de María de los Dolores Muñoz y Bueno, de una familia humilde de labradores de Lucena (Córdoba), y de Mariano Pineda y Ramírez, nacido en Guatemala y perteneciente a una noble familia. Ante el rechazo de su amante a contraer matrimonio, María Dolores decidió huir; pero Mariano le arrebató la criatura cuando sólo tenía ésta cuatro meses. Un año después, él murió, y Mariana fue entregada a su tío, José Pineda, administrador de su herencia, quien, tras despojar a la niña de todos sus bienes la dio en custodia al confitero José Mesa y su esposa Úrsula de la Presa. En este hogar fue donde recibió una educación esmerada, permaneció Mariana hasta los catorce años. Se casó a los quince años, el 9 de octubre de 1819, con Manuel Peralta, un joven de Huésca, militante del partido liberal. Tuvo el matrimonio pronto un hijo, José María. Movido por las dificultades económicas, Manuel quiso averiguar el paradero de la herencia de su esposa, pero su silencio fue comprado por la entrega al matrimonio de un mayorazgo. Tuvieron otra hija, Úrsula María, y, poco después, murió el esposo, quedando Mariana viuda a la edad de dieciocho años. Para entonces, ya estaba comprometida con las ideas liberales.
Cuando en octubre de 1823 es proclamado rey Fernando VII, que restaura el absolutismo, la casa de Mariana Pineda se convierte en un centro clandestino de amparo y ayuda para los liberales. En 1828, en medio de una sangrienta represión, tiene lugar un hecho trascendental. Su tío, el presbítero Pedro de la Serrana, es encarcelado por sus ideas. Mariana acude a visitarlo a la cárcel y allí conoce a otros liberales, entre otros, el capitán Fernando Álvarez de Sotomayor. Condenado éste a muerte, Mariana idea un plan para rescatarlo. Entró en la cárcel el 26 de octubre, disfrazada de fraile capuchino y logró sacar a Fernando confundido entre otros religiosos que habían acudido al presidio aquel día.
Detrás de este acoso se ha querido ver el despecho de un hombre enamorado y rechazado, pero también la consternación porque una mujer encabezara un movimiento político de protesta.
Todo el proceso fue un cúmulo de ilegalidades, de apaños e incumplimientos de las escasas garantías jurídicas sobre las que se sustentaba el poder. El juez le ofreció repetidamente el perdón a cambio de delatar a sus cómplices, pero siempre obtuvo la negativa de Mariana. Tres días antes de su ejecución, fue trasladada a la Cárcel Baja. Serena, ratificada en su firme resolución de no delatar a nadie, encomendó el cuidado de sus hijos. Escribió allí mismo a su hijo una carta en la que le decía que moría «en aras de la patria, de la libertad y de la santa causa de los derechos del pueblo». El día 26 de mayo de 1831 fue conducida a lomos de mula al Campo del Triunfo, donde fue ejecutada mediante el método del garrote vil (apaleada). Al mismo tiempo, fue quemada ante sus ojos la bandera causante de su detención. Vestía en esa ocasión un modesto vestido de percala color azul con flores de azucena color caña, medias de algodón y zapatos de talifete (cuero de piel de chivo) negros. Tenía estatura digna, de soberbia belleza, piel blanca, ojos intensamente azules, cabellera rubia siempre lucía en moño con peineta. Ese día se lucía en todo su esplendor sobre sus hombros. Tenía entonces 26 años y su nombre completo era: Mariana, Rafaela, Gila, Judas Tadea Francisca de Paula, Benita, Bernarda. Cecilia de Pineda Muñoz.  
Mariana se convirtió en símbolo de la lucha por la libertad. Concluido el período absolutista, después del silencio forzoso que cayó sobre su nombre, en 1837, a propuesta de los diputados granadinos, las Cortes le decretaron una fiesta anual, que se celebró durante mucho tiempo. Tras errar por diversos lugares, sus restos fueron finalmente inhumados en la Iglesia del Sagrario. Hoy día lleva su nombre una plaza y su estatua está situada en uno de los lugares más representativos políticamente de Granada.
En su testamento dejó estipulado a sus hijos que moría dignamente por amor a la libertad, y los derechos de los hombres y mujeres…
Esto es parte de la cultura impuesta, que hasta hoy arrastra nuestra historia…Por eso, es necesario culturizar la conciencia ciudadana. Las palabras y los actos generan los cambios.

Resumen

El Fortín del Estrecho