Primero pon a cocinar un caldo a tu gusto, ya de pescado, ya de carne de vacuno, ya de pollo, ya de verduras bien verdes para lograr color. Y déjale al aguaite.
Toma una cebolla mediana, pícala a la pluma y ponle a freír en mantequilla hasta que esté bien amarillita, entonces mándale no más de cuatrocientos gramos el arroz y en seguida un poco del caldito que tenías al aguaite, y sigue agregandole en la medida que se va consumiendo, de manera que se mantenga la contextura de una sopa espesa. Agrégale un poquitín de azafrán, y cuídale que no se te vaya a pegar. Ponle queso palmesano rallado, un trozo de mantequilla, sal pimienta…, revuélvele bien y llévale a la mesa bien calentito en una fuente tapadita y sírvele directo al plato.  
Los milaneses se sirven su arroz a medio cocinar, pero eso, queda a tu elección.
Este es un plato de fondo. Si el caldo era de esto o lo otro  acomódale un trocito al borde.
Prefiera siempre, primero, los productos regionales, en segundo lugar los nacionales. Si consumimos lo que producimos damos trabajo a los nuestros.
Ojo: tenga cuidado con los supermercados, normalmente hay diferencia del precio de la góndola con el que marca la registradora: siempre en contra suya.

El Fortín del Estrecho