Con todo respeto:
Bueno sería también: que no cobren estacionamiento por el tiempo que el cliente está en las largas filas por falta de atención en las cajas a la hora de más afluencia. Y, que si se compra poco, o en muchos casos nada, es porque no tienen existencia de un determinado producto, o sea, por entrar y salir producen un cobro injustificado. (Y no son las monedas el problema, es el hecho en sí).
Bueno sería también: que se haga respetar la fila de la tercera edad, ya que casi siempre esa caja está cerrada a la hora de más afluencia; obliga generalmente al resto de los consumidores de menor edad, a hacer uso de ésta preferencia cuando la caja para los viejos está funcionando. La advertencia de caja preferencial debiera estar impresa en el piso ya que nadie pone atención a los letreros en altura. Da esa impresión que el tiempo de espera de una persona mayor no tuviera importancia, dejando a la vista esa falta de consideración. (Ojo, y no es sólo en los supermercados)
Bueno sería También: que para comprobar los precios el cliente de mayor edad no tenga que andar con una lupa y/o agacharse con gran esfuerzo, para comprobar ese valor, y como en muchas ocasiones “la diferencia en contra”, en la boleta…, se nota.
Bueno sería También: Y que los verificadores de precios cumplan su función y estén al día en su información.
Bueno sería También: que si no son magallánicos no pretendan hacernos creer que lo son, sólo con izar nuestra bandera, eso es muy fácil, comprender y entender qué es ser magallánico, es otra cosa. Los magallánicos sabemos de donde son… y a donde van. Pero no nos queda otra…, que aceptar, porque somos un nicho de consumidores cautivos y hasta podríamos decir indefensos…
Bueno sería También: que intenten ponerse en el lugar de los habitantes de esta región, para ganarse su consideración como un bien de real servicio.
La ocasión también vale: para “felicitar” a las en presas farmacéuticas representadas en la región, por sus “continuas ofertas…”. La comparación se hace con las farmacias argentinas, ahí los remedios cuestan menos de la mitad del valor que tienen en Chile. La cosa, sigue y suma…

El Fortín del Estrecho