Es necesario iniciar estas líneas con informar que
sabras son los nacidos en Israel cuya religión es la judía, pero en el resto
del mundo se suele reconocer a los judíos como tales, a los provenientes de
Europa.

En el medio turístico, contra los judíos europeos no
he escuchado jamás una queja, al contrario, la cultura refinada del viejo
continente la trasladan a todos los lugares visitados.

Otro universo es el de los sabras.

Ya en el festival de cine de Cannes, a comienzos de la
década de los noventa, el arribo de la televisión de Israel al hotel Select,
hizo del lugar un infierno. De madrugada gritos, portazos, una baraúnda
descomunal. Monsieur Branly, judío sefardí, tuvo que intervenir varias veces
con resultados nulos.

Pasan los años y me encuentro en Magallanes con un
panorama de abierta hostilidad hacia el turista de Israel. Y totalmente ajeno
al antisemitismo. En algunos establecimientos de Puerto Natales le preguntan al
visitante de dónde proviene. Si responde de Israel, simplemente no le franquean
la entrada.

En Punta Arenas en el hostal El Conventillo, del
pasaje Korner,  que no tiene nada de
vulgar como pudiera desprenderse del nombre, el administrador me señala: “Si es uno lo dejo pasar, si son tres o
cuatro, respondo que el lugar esta copado. Hay un problema de aseo, de orden”.

El concejal Mario Pascual Prado, que tenía un hostal
hasta hace algunos años cuenta que la bulla, el problema de pagos y el desorden
le provocaba dolores de cabeza toda vez que llegaban turistas de Israel.

Un guía turístico que trabajó diez años en las Torres
del Paine  afirma: “Llegaban a las dos y se retiraban sigilosamente a las cinco de la
mañana para no pagar. Era el colmo. En los tours daban siempre la nota
discordante. Finalmente decidí no trabajar más con ellos. Casi siempre se trata
de jóvenes que han terminado el servicio militar y salen un año a pasear por el
mundo, pero acarrean hábitos del campo de batalla”.

Flora Gutiérrez hizo la practica de turismo en una
agencia..Ella relata: “Mi primera
experiencia fue atroz. Fuimos con una joven pareja de israelitas a las
pinguineras y no quisieron pagar al no encontrar la especie que buscaban.
Cuando les argumenté que no era culpa nuestra, me insultaron como jamás me
habían tratado en la vida; me costo un mundo volver a trabajar en los días
siguientes”.

Entonces escucho algo que me duele a los oídos, pero
refleja el sentimiento de ciertas personas:
¿Imaginan como tratarán a los palestinos?

 

Vulgaridad, mal trato, desaseo, cicateros, ¿Cuál
podría ser el motivo?
Conociendo el país de origen y habiendo residido en él por corto tiempo, además
de descendiente de judíos, imagino que esta generación nacida y criada en
guerra, donde el lema no hay mejor árabe que árabe muerto y en consecuencia hay
que tirar a matar porque si no te matan a ti, es el entorno natural. Se vive en
un país en estado de alerta y de combate, donde todo es válido para sobrevivir.

Los judíos europeos han aportado una enormidad  al mundo de la cultura, en todos sus
aspectos; los israelitas han construido un Estado a costa de ciertas falencias
en la crianza. No generalizo, pero si hablo de una respetable mayoría.

Desde tiempos pretéritos los judíos han hecho grupo
aparte, en silencio como perseguidos, en bullicio y prepotencia en actuales
circunstancias.

Considero absolutamente indispensable que el gobierno
de Israel  y sus embajadas, impongan un
manual de buena conducta a sus ciudadanos cuando salen, pues al fin y al cabo
son la cara del país en el exterior. Modales como los expuestos en Chile y en
otros lugares, manchan aun mas la imagen de un estado que ya tiene una ala rota
en ese sentido por el tema Palestino, tan mal manejado.

Si en el fuero interno se consideran superiores, demuestren
esa inteligencia con un sorbo de modestia, hablando más bajo un idioma que
nadie comprende, ocupando y no invadiendo los hoteles u hostales que visitan.
Dejando el entorno tip top como lo hacen alemanes, franceses e ingleses y los
propios judíos europeos.

Duele tener que referirme a esto, pero más duele
escuchar las observaciones a cada instante sobre el actual de quienes viajan del
eretz (la tierra) a evadirse de la difícil vida cotidiana en el Medio Oriente.

Cuando ocurrió el espantoso siniestro en Torres del
Paine, la palabra israelitas, ninguna otra, afloró para sindicar culpables. No
se escuchó decir franceses, españoles, argentinos ni alemanes. ¿Simple
casualidad?

Por Andre Jouffé Louis

El Fortín del Estrecho