Entrevista con Roger Tsien, Premio Nobel de Química 2008. Por segunda vez consecutiva, Roger Tsien sacó los mayores aplausos entre los más de 50 premios nobeles que compartieron una semana con más de 500 estudiantes de todo el mundo en Alemania. La ocasión fe el Nobel Laureate Meeting, el que reúne cada año a científicos experimentados y a principiantes para compartir su pasión.
A veces huraño, este estadounidense de ascendencia china es difícil de seguir. Pareciera que su mente va más rápido que su habla y sus reflexiones van más allá de lo esperado: _”No sólo quiero entregarles hechos científicos a los estudiantes, sino también ideas en las que ellos puedan trabajar”.
En 2008 Roger Tsien compartió el Nobel de Química con Martín Chalfie y Osamu Shimomura por su trabajo con proteínas fluorescentes. Hoy es parte del Instituto médico Howard Hughes de la U. de California. Con 58 -que no aparenta-, no teme declarar su neurosis ni asumir que no siempre fue exitoso.
Se encoje de hombros cuando se le pregunta sobre su popularidad entre los jóvenes. “-El año pasado fui criticado en un blog porque como Premio Nobel debería hacer un psicoanálisis de mis debilidades en público”, dice muerto de la risa. Este año también les contó a los estudiantes sobre sus debilidades y torpezas.
-“Francamente yo tengo cierta neurosis”, lo dice simplemente, como si hablara del clima. –“Demonios internos que hay que convertirlos en algo constructivo en vez de ser consumidos por ellos”, confiesa con franqueza. Esa forma de canalizar sus problemas, asegura, le permitió sobreponerse a uno de los momentos más difíciles de su vida. –“Cuando llevaba el 75% de mi doctorado en Cambridge, mi profesor guía y otros académicos de la escuela me advirtieron que si no me apuraba con la tesis me iban a expulsar”, recuerda sonriendo.
A esa altura, el joven Tsien llevaba tres experimentos fallidos y nada para presentar, y eso que ya le habían dado un año extra. –“Por eso decidí comenzar un nuevo proyecto a escondidas”, confiesa con orgullo. “Seguí tratando hasta que encontré lo que me gustaba, el intercambio de calcio en la célula, y lo logré. “Ellos (dice refiriéndose a los profesores) me estaban vigilando muy de cerca, pero trabaje en un edificio contiguo, por lo que no se enteraron hasta que obtuve resultados”, lo dice orgullosamente.
Han pasado 35 años desde entonces y hoy trabaja con marcadores fluorescentes que permiten estudiar el intercambio celular de calcio y así buscar estrategias de combate contra el cáncer.
“-Los científicos somos afortunados, ya que la ciencia aún necesita mucha gente que trabaje en ella”, nos asegura. “-Pero debemos apurarnos en la formación de las nuevas generaciones, ya que en los 20 años es cuando sus cerebros están en su mejor momento y para entonces ya deben tener la mayoría del conocimiento que les permitan crear cosas nuevas”, opina con seriedad.
Tsien, recuerda que trató de estudiar física, química y biología, pero nada de ello era lo suficientemente bueno. De esa forma llegó a probar con nuevas moléculas que no existen en la naturaleza. – “Es como ser un arquitecto o un escultora escala molecular”, explica. –“Eso me dio una ventaja, ya que la gente que trabaja tratando de solucionar problemas en biología tiene mucha competencia, pero cuando eres un escultor nadie puede lograr exactamente lo que tú hiciste”, concluye. “-Quería hacer algo más personal en la ciencia. Me interesaban los colores y necesitaba diferenciarme”, define –“Esa es una receta para triunfar”…: “perseverancia, pasión, y un poco de torpeza”.
Publicamos esta entrevista con el convencimiento real que llegará a ti joven magallánico y que te encenderá una luz en la senda, para que aproveches tu inteligencia…
LORENA GUZMÁN H., de Vida ciencia y tecnología