La muerte de P. de Valdivia produjo un verdadero cisma en la modesta colonia. Tres de los más caracterizados capitanes se creían con títulos y méritos suficientes para sucederle: don Francisco de Aguirre, era uno de los designados en su testamente por el difundo gobernante; don Francisco de Villagrán, nombrado por los Cabildos de las ciudades del sur y don Rodrigo de Quiroga nombrado por el Cabildo de Santiago… pero… Francisco de Villagrán se apoderó violentamente del mando, (no hay antecedentes de la sangre vertida). Los Cabildos acordaron enviar a España a Gaspar de Orense, recomendando a la Corte la designación de gobernador en propiedad al mimo Villagrán. Orense, falleció en alta mar, pero la documentación llegó al real destino por otro conducto. Mientras tanto, sabedor Alderete del fallecimiento de P. de Valdivia, sin dilación se dirigió a Londres a conseguir una audiencia del Príncipe Felipe, a cuyo cargo corrían los asuntos de España y de la Indias (O sea nuestra América), con el objeto de obtener para él la gobernación de la Nueva Extremadura (O sea Chile), con la ampliación territorial que se había dado a P. de Valdivia y más la Tierra del Fuego. Alderete fue recibido amablemente por el Rey Felipe, que oyó con interés la relación de sus proezas en la conquista de Chile, y accedió a sus peticiones nombrándolo gobernador de este país en las mismas condiciones en que lo fuera P. Valdivia por el pacificador La Gasca. Le concedió, además, ciento setenta leguas hasta el estrecho de Magallanes. En cuanto a la Tierra del fuego, se le autoriza para explorarla y tomar noticias de ella y que después se le otorgaría definitivamente.
El Consejo de Indias que, sistemáticamente, oponía toda clase de tropiezos a los candidatos a gobernadores  o a los ya nombrados, no escatimó al Mariscal Alderete, pero al fin todos los obstáculos fueron vencidos gracias a la intervención del mismo emperador.
El nuevo gobernador se embarcó en la flota de Indias que comandaba el capitán don Pedro Menéndez y que zarpó de San Lúcar el 15 de octubre de 1555. Lo acompañaban su mujer doña Esperanza de Ruedas, su hermano don Francisco Mercado, muchos parientes y numerosos criados. En la misma nave venía el joven don Alonso de Ercilla y Zúñiga (autor de La Araucana) paje de la corte de Felipe, quien entusiasmado vivamente en Londres con los relatos que Alderete difundía sobre esas hazañas guerreras y la naturaleza del país, obtuvo permiso real para visitar Chile (primer turista). Y venía también don Francisco de Irarrázaval, señor de as casas de Deva y Andía, además de don Pedro Lisperguer noble caballero alemán cuyos descendientes de uno y de otro han alcanzado hasta nuestros día. Esta misma flota conducía don Andrés Hurtado de Mendoza recién nombrado Virrey del Perú.
Después de un viaje lleno de contratiempos, Alderete llega con toda su comitiva a Panamá en marzo de 1556, pero los primeros días de abril enfermó y murió en la pequeña isla de Taboga.
Al tenerse conocimiento de la desgraciada muerte de Alderete, tres fueron otra vez los candidatos a la gobernación vacante: el hermano del difunto, Francisco de Mercado, Francisco de Villagrán y Antonio de Rivera; pero después de muchas gestiones y trámites, el Consejo de Indias hizo presente al Rey Felipe II, la conveniencia de que tal designación la hiciera el Virrey del Perú don Andrés Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, pues tenía facultad para ello. Este nombró a su hijo, don García Hurtado de Mendoza, en los mismos términos en que fuera nombrado Alderete. Comprendía ahora a la gobernación de Nueva Extremadura, la Provincia de Chile que se extendía desde el desierto de Atacama hasta el archipiélago de Chiloé, entre el mar y la cordillera; y al riente de los Andes, en una faja de 80 leguas de ancho, las provincias de Tucumán, Juries, Diaguitas, Cuyo, Trapananda o Linlin y la de los Césares, llamada igualmente Tierras Magallánicas o provincia del Estrecho.
El gobernador Hurtado de Mendoza envió una expedición al Tucumán a terminar la conquista y pacificación y a fundar nuevas poblaciones. Nombró al efecto, como su Teniente Gobernador, al capitán Juan Pérez Zurita, quien construyó fortalezas en Santiago del Estero o ciudad del Barco y repobló las ciudades de Londres, la de Córdova y Cañete…
(Continúa en el número 85)     

Alfonso Aguirre Humeres

El Fortín del Estrecho