Al decir verdad, a todos nos gustaría ver periódicamente a un compatriota en lo más alto del Podium Olímpico. Este deseo ha sido realidad solamente un par de veces un nuestra historia. Esos títulos has sido logrados por esfuerzos individuales con financiamientos particulares. En la mayoría de los casos quién sueñe con ser atleta de elite, debe primero vencer la burocracia, que en sí, ya es una dura prueba, debe vencer la conquista de los aportes, la mendicidad de los pasajes, y esos mil detallitos que enumerarlo sería ridículo y vergonzoso para una sociedad que pretende ser lo que está lejos de ser.
Cuando llega el momento, todos sin excepción en silencio casi religioso esperamos con ansias ese milagro: medalla de oro… país…Chile! Y ese orgullo humilde se derrama en bravura por los músculos hasta hacer brotar esas lágrimas de esperanza. La mayoría de las veces nos preguntamos: -¿Qué pasa?- ¡Nada!, es la respuesta, las imágenes nos hacen sentir el soberano ridículo. Esta cuestión ya es parte de nuestro sentir, el de tener que vivir soportando el lastre del fracaso deportivo, (entre otros fracasos). Tendremos que conformarnos con mediocridad o exigir la toma de decisiones honestas que nos llevan a revertir esta realidad.
Si una madre alimenta mal a su hijo en el vientre, y el padre es una mierda; y este niño al nacer no recibe ni la alimentación ni los afectos adecuados, y estos siguen deficientes durante la niñez y la juventud, por más empeño que ponga ese soñador, jamás podrá vencer a ese atleta que representa una nación que invierte por ley en esa cultura administrada por un ministerio de deporte. Esa nación que comienza por cuidar y alimentar el feto humano, con servicio de técnicos capaces, patriotas profesionales, idóneos.
Es triste pero es verdad. No podemos reparar el daño en un día, ni siquiera en una década. Es cierto, hoy, algo más se escucha de aportes estatales a los deportistas, (mucho menos eso sí, de lo que dicen las fanfarrias). En fin, ya es algo y se ha notado en el último medallero. Pero, siempre con comentarios no ajenos de sucios problemas de conventillo; no, sin esas odiosas pinceladas politiqueras que todo enturbian. En lo que respecta al fútbol “profesional”, los comentarios huelgan y bastan una opinión generalizada: es un deporte empresa, con carácter de opio, distractor político, oscuras utilidades y todo eso que se le puede atribuir al delito enmascarado…No olvidemos que los deportes que más prestigio nos brindan son aquellos, los menos masivos, como es el caso del ajedrez, la halterofilia, gimnasia rítmica, esgrima y hoy, en Magallanes, la natación entre otros, que poco y nada reciben. Vistos estos, aunque lo nieguen, desde el punto de vista electorero.
Al calor de los últimos acontecimientos deportivos no podemos menos que publicar estas sugerencias nacidas en el café: La prohibición de ingesta alcohólica en canchas de barrio. Un veedor oficial representando al Estado en cada evento. La participación de profesionales psicólogos en las unidades deportivas vecinales y escuelas, para inyectarles a los niños, optimismo, desde primero básico. Instalar en los barrios en cuanto rincón sea posible, aros, pesas, barras y “demáses” necesarios para que los muchachos conviertan algunas calles en pistas de atletismo y practiquen hasta que les de puntada. Que las sedes de las juntas de vecinos cuenten con orientadores en Educación Física en horarios irregulares, es decir a esas horas en la juventud les necesita, de lunes a lunes hasta la media noche.
Y en esas frías noches, jamás estará demás un pan con miel y un chocolate caliente, “como anzuelo”, para quitarle niños a la droga. Esto, era parte del proyecto “luciérnagas”, que nunca tuvo respuesta; es mucho más fácil imprimir un tríptico y adobar la audiencia con un repetido discurso.
No culpes al clima, nacemos aquí, ganamos el pan aquí, y es seguro que la mayoría moriremos aquí, por lo tanto debemos tratar de progresar y ser felices en nuestra tierra.

TODO POR LA AUTONOMÍA POLÍTICA Y ECONÓMICA DE MAGALLANES.

Antonio S. Deza González, Director

El Fortín del Estrecho